27.5.08

¿Cómo estás esta noche? …Te Pienso…

♪ Un día cuando la soledad me consuma horriblemente,
cuando el mundo esté completamente frío,
sé que sentiré un resplandor al tan sólo pensar en ti
y en la forma en que te ves está noche ♪

El otro día fui contigo a caminar por el North End de Boston, ese barrio italiano tan colonial que en estilo parece una pequeña replica de Paris o Barcelona, aunque las esquinas del North End no están cortadas. Nos tomamos un helado, no recuerdo que escogiste, yo pedí uno de mocca. Caminamos por Hannover St. Había una procesión de no se que santo italiano, te gusto que fuera tan parecido a una procesión de esas que hay en Bolivia, con mixtura y confeti, con gente por todas partes tratando de agarrarse del santo y pidiéndole milagros, con la banda italiana tocando dianas y tarantelas, las tarantelas te gustaron, las dianas te trajeron muchos recuerdos. Hace tanto calor en Boston… luego nos comimos un poco de langosta de Maine, mientras escuchábamos la banda tocar, unos italianos se pararon a nuestro alrededor, y la familia entera empezó a bailar y dar vueltas en la calle. Sacaste muchas fotos, e inundaste la calle con sonrisas y risas estridentes. Me inundaste a mí, y desde entonces, mis ojos no pueden recorrer esa parte de esta ciudad sin pensar en vos, y en lo mucho que te gusto recorrer mi mundo, aunque no estabas conmigo…

Tengo la convicción de que no existes
y sin embargo te oigo cada noche
te invento a veces con mi vanidad
o mi desolación o mi modorra
del infinito mar viene su asombro
lo escucho como un salmo y pese a todo
tan convencido estoy de que no existes
que te aguardo en mi sueño para luego.

(Mario Benedetti)

Hoy como nunca extrañe Cochabamba, siempre la extraño, pero hoy fue con acento. Supongo que las cosas ocurridas en Sucre, tiene algo que ver con esto. No lo sé. Pero también fue el post de una bloguera muy especial para mí, que con un post que le hizo a su nostalgia, me inundo también con la misma, y refleje en mis ojos, esa mirada melancólica que caracteriza a los que habitamos lejanas latitudes y nos antojamos salteñas a las diez de la mañana, pero sabemos que no podremos comerlas a ninguna hora… y tenemos que resignados comernos cualquier cosa que agarremos por ahí… En este momento en que Sucre es el blanco de todos, incluso el mío, creo necesario volver a mi melancolía y hundirme en la eternidad de mis recuerdos. Ocurrió lo que ocurrió, fue y es detestable. Comparto sin embargo el inmenso sentimiento de orgullo que muchos tienen por su ciudad y por su país, lo ocurrido es una muestra de que es necesario cambiar a Bolivia para bien, no destruirla con el odio, no manipular el odio entre unos y otros. Que no se pierda la esperanza.

♪ Sí, vos eres tan hermosa, con esa sonrisa tan acogedora
y tus mejillas tan inmensamente suaves
No habrá nada más para mi, excepto el quererte
y el recuerdo de la forma en que te ves está noche ♪

Una canción muy linda, dice ♪Sucre un día tu me viste partir… cuando yo regrese otra vez, volveré a la vida♪, me reflejo mucho en esta canción, porque la yo también me siento así muchas veces cuando miró a mi ciudad, se que soy cursi en exceso, pero así es. Lo ocurrido, no fue algo que ocurrió por primera vez, les ocurre todos los días a miles de personas. Me pregunto, sin embargo, ¿cómo puedo sentirme yo tan orgulloso de ser boliviano, y de ser cochabambino, a pesar de todo esto? Lo único que puedo hacer por mi parte es asumir el racismo, no sólo como un hecho aislado entre sucrenses, sino como parte de la bolivianidad, al menos parte de la mía. Me asumo racista, y pido disculpas por ello. Aún así adoro mis raíces, y espero que con el tiempo estas cosas desaparezcan, y el orgullo que me llena el pecho, no se enturbie como hoy, y pueda correr cristalino como acequia de montaña.

♪ Con cada palabra tuya, tu ternura se intensifica,
destruyendo por completo mis miedos,
Y esa sonrisa tuya, que forma arrugas en tu nariz,
Como golpea a este tonto corazón ♪

He revestido de fotos mis ojos, para poder así encontrarte, hoy que te escabulles, que te encuentras dispersa. He recorrido tus calles, con estos pies buenamemoria, que saben desandar senderos recorridos, que saben imaginar en sus dedos las procesiones de viernes santo en Granada, y las caminatas por las calles de Barcelona, lo recuerdan prontamente porque mis pies se supieron felices caminando contigo, recorriendo el mundo que habitas, conociéndote. Con mis manos he dibujado tu rostro en todas las ventanas de los coches que encontré en mi camino… en mil mandarinas he dibujado con estos dedos, tus labios, que los tengo calcados en mis yemas, y luego las he devorado una a una, para llenarme de tu dulce imaginado.

♪ Querida… nunca, nunca cambies,
mantén esa alegría que deja a todos sin aire,
podrías hacerlo?
Porque te quiero…
Y quiero querer el recuerdo de la forma en que te ves, esta noche ♪

En este momento se han acelerado los recuerdos mezclados, de lugares en los que hemos estado juntos, y juntos en la distancia. Veo como el viento acaricia tu rostro mientras arrojas tu mirada sobre Barcelona desde lo alto del Tibidabo, con tu chompa roja y tu rostro iluminado. Te veo también corriendo en la playa de Cádiz, mientras el viento golpea tu falda y apresurada corres a mí. Te veo en Boston, recorriendo las calles de mi ciudad, o sentándote conmigo en mi balcón a escuchar este tema tan lindo de Frank Sinatra, The way you look tonight, y te digo que el tema me recuerda a un momento en el que ambos recorríamos el barrio gótico, y tomábamos café en un bolichito por ahí, que el tema me recuerda tu mirada y tus ojos en ese momento en el que te veías tan linda, tan universalmente linda. Te veo en Sucre mostrándome tus calles favoritas, tus plazuelas, y tus recuerdos, te veo mostrándome los motivos de tus chistes locales, te veo así tan cerca de mí y sin embargo tan lejana…



23.5.08

Laberintos y Circunstancias

Resulta que ser utópico tiene sus cosas, divagando sobre lo que creo debe ser la sociedad llegue a las siguientes conclusiones… lo ideal es una sociedad donde no existan leyes y todos vivamos en armonía, las jerarquías son posiblemente inevitables, pero pueden ser limitadas con el objetivo de que no existan desigualdades profundas. En esa sociedad cualquier tipo de ideología o comportamiento que promueva niveles de superioridad ‘natural’ de unos sobre otros está totalmente extinta, por tanto machismos, racismos, clasismos y afines estarían desaparecidos. El ser humano reconocería que no puede continuar destruyendo la naturaleza, y que desaparecería la idea totalitaria que domina a la sociedad moderna la cual está regida por un solo objetivo, el dominar a la naturaleza. Muy posibles estos objetivos-esperanza, al menos en los próximos tres siglos… no creo que sean. Pero para mí son sin duda el último objetivo, el camino a seguir, la única vereda que nos puede llevar a conocer la verdadera libertad. Contribuir a que la sociedad llegue a eso, o se encamine en esa dirección es uno de los objetivos de vida.

La vida, sin embargo, está repleta de laberintos existenciales y circunstancias inexplicables. Como podría plantearme objetivos de vida esta noche, si no se realmente que me tocara hacer mañana. En ese aspecto, soy un escéptico. No creo que yo pueda determinar mucho de mi vida, claro que puedo tomar decisiones importantes, pero realmente determinarlo todo, sé que es imposible. Me explico, mi vida desde que nací estuvo determinada por circunstancias inexplicables. No es lo mismo nacer en familia clasemediera Boliviana, que en una tribu en Zimbawe, o en una familia relativamente acomodada en Estados Unidos, la vida de los tres posibles ciudadanos que hubiese sido sería completamente distinta una de la otra. No hubiese dependido de mí, sino de la circunstancia. Ahora alguien puede decir que si te esfuerzas lo consigues todo. Pero sinceramente no creo en eso. Enumerando, nadie decide quiénes serán sus padres, su país, el clima en el que se crie, la mujer de la que se enamore, y así sucesivamente una variedad de cosas.

Sin embargo, algo de decisión si tenemos, algunos más que otros, pero casi todos tienen niveles de libertad de decisión. Claro que todo está relativamente condicionado, pero bueno, peor es nada. En el poco margen que la vida nos deja para que decidamos que hacer con ella, me pongo a pensar en ocho cosas que me gustarían hacer antes de morir, siempre y cuando no muera esta noche porque sino… este post quedaría de testamento existencial…

Me gustaría mucho recorrer América Latina por tierra, darme un viaje largo, de unos cuatro o cinco meses. Partir de Boston y cruzar los Estados Unidos, hasta llegar a California y luego cruzar a México, buscando Comala. Quedarme un tiempo viendo tanto lugar fascinante, tanta historia, conocer a la gente que habita nuestra América. Yo soy boliviano, pero el vivir en Estados Unidos te da otra perspectiva sobre América Latina, las fronteras desaparecen casi por completo, y ves solamente un gran país. Me gustaría visitar Chiapas, y adentrarme en zonas Mayas, subirme a una pirámide y quedarme pensando en la cosmología maya, y porque no, la andina, inundarme de la infinita energía que estoy seguro ahí habita. Hablar con la gente de Centro América y preguntarles sobre las guerrillas de los setentas, irme a Nicaragua encontrar a unos amigos que tengo ahí, cantar y emborracharme en una guitarreada en las faldas de un volcán en Costa Rica, comerme algo súper raro en Panamá y bailar hasta el amanecer. Recorrer Colombia, buscando a los amigos que no veo hace muchos años, irme a Caracas, a Maracaibo, pasarme unos días en las playas venezolanas, regresar a Colombia, cruzar los Andes a dedo hasta llegar al Ecuador, en lo posible ir a las Galápagos. Recorrer el Perú de arriba abajo, la costa y luego las montañas, ir al Brasil, perderme en un festival en alguna calle de algún pueblo bailando y bebiendo, deambular por todo lado, hasta llegar a Iguazú, enamorarme de las cataratas, cruzar al Paraguay y luego al Uruguay, buscar el pueblo de Santa María en algún lugar por ahí… y no encontrarlo, o mejor aún encontrarlo en todos los pueblos a pesar de que no se llamen así. Recorrer la Argentina, en las calles de Buenos Aires escuchar tangos, leer a Cortázar y Borges, buscar a Mafalda, irme hasta la Patagonia, ver los glaciares, adentrarme en los bosques del sur de Chile y leer el Canto General mientras me abrazo de uno de esos árboles de dos mil años que hay en Valdivia. Y finalmente regresar a mi país por el sur de Potosí.

Me gustaría trabajar en la China, siempre ha sido una fascinación mía esa cultura. Ya sea desarrollando nexos entre América Latina y Asia, o enseñando Historia de América Latina o Literatura Hispanoamericana, en alguna universidad China. Ya tenía el plan, simplemente me falta aprender Mandarín básico, y luego con suerte me iré, sabrá dios. Además que estudie tanto historia y filosofía China, que bueno… me termine enamorando de la cultura, es un país tan rico… y me gustaría conocerlo antes de que el capitalismo lo termine de convertir en masa consumista.

Quisiera aprender idiomas, muchos más, soy bueno con los idiomas. Particularmente el Alemán, y obviamente el Chino. Quisiera poder leer a Goethe, Heinrich Heine y a Marx y otros pensadores en alemán, parece un lenguaje tan amplio, inmenso… se pueden construir palabras nuevas, es quizás por eso que los más grandes filósofos son alemanes, (porque serán los economistas, ingleses o yankees?). También quisiera leer a Dostoievski en ruso… a Sartre y Camus en francés… y así sucesivamente. Y bueno, aprender aimara o quechua, preferiblemente aimara, porque así entendería mejor la cultura y la cosmología andina. Soy un convencido de que a una cultura sólo se la puede conocer bien a través del lenguaje, y no me refiero sólo al idioma global, sino también al local.

Escribir varios libros, ensayos y novelas. Principalmente ensayos, sobre muchísimos temas. Las mujeres, la violencia, los inmigrantes, la xenofobia, el capitalismo, el medio ambiente, nuevos paradigmas de pensamiento, las culturas indígenas, las otras civilizaciones, el totalitarismo occidental del pensamiento, la descolonización del saber, y del ser… en fin… temas afines. Escribir novelas que valgan la pena, que disfrute mucho escribiéndolas y que le inspiren algo a alguien. Para mí por ejemplo es Mario Vargas Llosa el que me dejo muy marcado de chico, y desde que lo leí, me dije, y también quiero escribir. Quisiera ser eso para alguien, moriría tranquilo al saber que eso es verdad.

Quiero despertar un día con la absoluta convicción de que estoy exactamente en el lugar en el que debo estar. Que he encontrado por fin el lugar al que pertenezco por completo. Que al mirar por la ventana del lugar en el que me encuentre, no respire nostalgia, no me abandone a mí mismo. Supongo que esto vendrá después de mucho caminar, y de recorrer muchos caminos, pero bueno… en algún momento vendrá… o sino, pues no me quedará más que seguir divagando por el mundo entero, hasta encontrar mi lugar y quedarme tranquilo.

Preciso contribuir de alguna forma a que las cosas cambien con respecto al medio ambiente. Ya sea escribiendo… o a través de la acción directa. Movilizando gente, y organizando movimientos sociales… Sé que lo peor todavía ni ha comenzado, que las cosas llegarán feas y fuertes en unos años, que lo que estamos viendo… es tan sólo el principio… y lo peor de todo, es que creo que no hay solución… el único remedio va a ser organizarse y defenderse… de lo que sea que viene. El año pasado participe de un congreso en Naciones Unidas… pero creo que fue una perdida completa de tiempo… me alegro de haber conocido gente ahí… porque después… nada. Ese no es el camino… Pero todavía no sé que puedo hacer… cuando lo sepa… lo haré, o al menos trataré de hacerlo.

Quiero subir a los himalayas, pasearme primero en Tibet, y luego subir lo más alto que pueda subir… aunque sea hasta el ombligo del Everest.

Para mí, la utopía personal más importante es el amor. A pesar de las muchas heridas y constantes pisoteos que mi corazón ha padecido, creo en el amor. Pero no es un amor perfecto, porque no existen seres perfectos. Es un amor cómplice, un amor amigo y amante, un amor de fuego, de compromiso, de respeto, y de pasión, de comprensión. De saber decirse el uno al otro todo sin siquiera decirse nada. De entender la mirada del otro… de comprender sus silencios, y de saber callar cuando es preciso. Un amor de errores, de tropiezos, de soledades pero nunca de desolación. Un amor utópico, pero posible. Un amor dispuesto a surcar el cielo y el mar… y que no sea egoísta… bueno, al menos yo pondré la mitad, ¿no? El resto… es ya una circunstancia…

Bueno… esas son cosas que me gustarían hacer antes de morir. Veremos en el futuro… hasta donde dependen de mí… y hasta donde son circunstancias… El post se lo debia a Carmen, y bueno ahora puedo decir que ya cumpli. Dejo colgada esta canción que ha estado retumbando en mi cabeza desde hace ya varios días… un tema de Memphis la Blusera.




19.5.08

Me voy por donde he venido

Este es mi post número 99, estoy a un paso del número 100 que será por cierto una explicación que le tengo pendiente a muchos. Este blog se llama ¿Dónde andarán los jilgueros?, aunque estoy seguro que muchos se refieren a él, sólo como ‘el blog de utópico’ Pero bueno, en el post número cien contaré el origen del nombre de este blog. Comencé este blog hace un año y dos meses, y la verdad estoy muy satisfecho con el mismo, me ha llevado a conocer y compartir con gente de todas partes del globo, particularmente en los países de habla hispana. Este post sin embargo, hace de oportuno confesionario.

A veces pienso que son cosas mías, pero creo que hay coincidencias en la vida, bastante interesantes, comento algunas de ellas. De todas las frutas que hay, las mandarinas están entre mis favoritas. Por muchas razones, principalmente porque han ido ocupando lugares muy particulares de mi memoria, todos ellos bastante solitarios y nostálgicos. Hace un año exactamente me encontraba comiendo mandarinas a la orilla de un lago en Georgia. Me encontraba en una casa de campo totalmente alejada de la pequeña ciudad que visitaba, algunos amigos preparaban una parrillada y yo estaba invitado. No estaba solo, es decir había gente alrededor mío, pero me sentía solo. Me retire un rato a caminar por el bosque, la casa de campo tenía su propia laguna, y decidí darle una vuelta entera. Cuando llegué al lado opuesto, me senté sobre un par de piedras y me dispuse a comer las dos mandarinas que lleve en mi bolsillo, las comí con muchísimo gusto, pero me sentí totalmente desolado, necesitaba alguien con quien compartir mis mandarinas, alguien con quien caminar a la orilla de esa laguna, y que al tomar mi mano me diga que está conmigo sin siquiera decirlo, pensé en hablar con el lago, decidí subir encima el tronco de árbol caído que se hallaba cerca de mí y me puse a cantar un poco mientras trataba de equilibrarme, luego me recosté en el suelo, y me dije a mi mismo que hubiera sido muy lindo el compartir ese momento con una persona especial, y juntar mis labios con sus labios y que dejemos el uno en la boca del otro el sabor de las mandarinas. Más lindo hubiese sido el lago si hoy su recuerdo me traería una sonrisa y un silencio cómplice…

No pensé en esto sino hasta hace unos meses, cuando fui abordando una ciudad de Bolivia que conozco tan sólo mínimamente, buscaba recuerdos que me hablen de ella, de sus calles, o aceras, de sus parques y plazas, de la manillita artesanal que compre en un pasaje peatonal cuyo nombre jamás podría recordar. Corría el año ’98 y estaba de viaje en Sucre. Lo que más viene a mi cabeza son las casas todas blancas y antiquísimas, una ciudad pequeña, un árbol grande en la recoleta, al que le di vueltas… la casa de la libertad, la Glorieta, y los otros lugares turísticos. Y también recuerdo las mandarinas, es absurdo, lo sé. Pero hace unos meses el recuerdo del absurdo vino a mí con mucha claridad. Estábamos Ronald, Iván y yo en uno de las aceras de la plaza central de Sucre, viendo como la gente daba vueltas alrededor, comiendo justamente mandarinas, charlando sobre sabe dios qué, pero comiéndonos las mandarinas. Lo recuerdo bien porque compramos las mandarinas en el mercado, mientras buscábamos las artesanías y recuerdos que llevaríamos a Cochabamba. Las comimos con mucho gusto, de algún modo todo aquello regreso hace unos meses a mi memoria, mientras cantaba una canción de Savia Andina muy linda que dice, ‘cantando con mi guitarrita, te recordare, chuquisaqueñita!’ y de pronto las imágenes de Sucre se hacían mucho más claras… han pasado tantos años de esa visita, y aunque regresé un par de veces, sólo recuerdo bien la primera vez, quizás son las mandarinas, que aparecen en momentos oportunos y resaltan minutos de mi recuerdo.

Hay otros momentos en los que las mandarinas han aparecido en mi vida. Es ridículo pensar todo esto, y no es que coma siempre mandarinas, porque la verdad como muchas más naranjas, pero es que siento que ha habido momentos clave en las que he comido mandarinas, y su aroma siempre ha estado ahí, habitándome, recorriendo conmigo caminos distantes. Fueron por ejemplo la única fruta que lleve conmigo cuando me regresaba del Perú a Bolivia a pie por el desaguadero, y las comí sentado frente al lago Titicaca, mirando como desaparecía el sol en el horizonte cristalino del lago. Comí mandarinas mientras trataba imaginaba el cuento del cometa y el cosmonauta absurdo, algo que aún no me explico, pero que sin duda me parece raro. He comido mandarinas en muchos lugares, pero las he comido en lugares particularmente agradables, en los que a pesar de haber sido un solitario andaba lleno de regocijo.

Esta que sigue es sin duda una confesión mayor, los límites de lo que aquí puedo decir, no serán desgastados con el tiempo, y el espacio distinto no carcomerá los sentidos de estas palabras, es decir, los muros en los que estas letras se encierran, no son prisión sino refugio. Necesito una mujer mandarina. No una mujer perfecta, llena de cualidades y repleta de condiciones. Sino más bien una mujer compleja, impenetrable, imperfecta, desconcertante, libre y ante todo cómplice. Un alguien que este conmigo en los momentos clave, que comparta atardeceres de lago, que juegue conmigo al equilibrista en los troncos caídos de cualquier bosque, que se lance en caminatas de montaña, que regrese (de vez en cuando) conmigo a mi país (a pie si es necesario), que me lleve a conocer la ciudad blanca y recorramos juntos esas calles, que sea capaz de inspirarme cual cometa, que me mire absurdo y yo la mire absorto. Que sepa alzar vuelo de vez en cuando y recorra otros cielos, para que regrese pronto a mi lado y me lo cuente todo, incluso lo difuso de sus pesadillas. Que sepa también que a mí me gusta alzar vuelo y regresar agotado, cansado de aletear sin llegar a ningún lugar, regresar al refugio de sus alas de hada, de sus labios de fuego. Que quiera deambular por todos los continentes, y que dejemos huellas infinitas… ¡Ay Mandarina mía! ¿dónde estás?

Te confieso mandarina, donde quiera que estés, qué he pensado mucho en vos, que es probable que mi pensamiento te idealice de vez en cuando, que dibuje en mis ojos tu sonrisa melódica, que dibuje con mis manos tu cuerpo eterno, y te llene de besos y de caricias. Luego recorro mi desconcierto y me doy cuenta de lo imperfecta que eres, y me gustas más todavía. No a pesar de tus defectos y errores, sino justamente porque me fascinan tus tropiezos, y me encanta saberte humana, y reconocerte llena de vida, de embrollos, y desesperos. Debo decirte también que espero encontrarte pronto, un día sin duda alguna, agarrarte de la mano y decirte cuanta falta me has hecho, y que juntos nos comamos las mandarinas. Decirte además que yo también soy un ser complejo, lleno de miedos y conflictos varios. A vos mandarina, sacudí tus alas, y alza vuelo… quiero encontrarte en el firmamento, y saltar en dirección tuya… no tengas miedo deja que nos encontremos….

16.5.08

¡Todo está perdido!

Hoy desperté a las cinco y treinta de la mañana…
Desperté emocionado!
Minutos después todo se desvanecía…

Te invito a ponerte tus zapatillas de ballet,
Para invitarte cordialmente,
A que te vayas de puntitas, a la mierda!

(Con el perdón de las putas, porque lo que sigue no va contra ellas, y sólo uso el concepto detrás de la palabra)

¡Hoy eres la más puta de todas las putas!


A vos habitante de mi nostalgia… no te preocupes, y divertité al máximo!! Aquí estaré esperándote con los sándwiches de queso… Se que son tus favoritos… ante tanta confusión y nerviosismo, olvidé ponerlos en tu bolso…

Tres cronopios y un fama se asocian espeleológicamente para descubrir las fuentes subterráneas de un manantial. Llegados a la boca de la caverna, un cronopio desciende sostenido por los otros, llevando a la espalda un paquete con sus sandwiches preferidos (de queso). Los dos cronopios-cabrestante lo dejan bajar poco a poco, y el fama escribe en un gran cuaderno los detalles de la expedición. Pronto llega un primer mensaje del cronopio: furioso porque se han equivocado y le han puesto sandwiches de jamón. Agita la cuerda y exige que lo suban. Los cronopios-cabrestante se consultan afligidos, y el fama se yergue en toda su terrible estatura y dice: NO, con tal violencia que los cronopios sueltan la soga y acuden a calmarlo. Están en eso cuando llega otro mensaje, porque el cronopio ha caído justamente sobre las fuentes del manantial, y desde ahí comunica que todo va mal, entre injurias y lágrimas informa que los sandwiches son todos de jamón, que por más que mira y mira, entre los sandwiches de jamón no hay ni uno solo de queso.

(Julio Cortazar)

13.5.08

Paul Auster: La Habitación Cerrada

Recuerdo que hace un par de años leí la Trilogía de Nueva York de Paul Auster, me quedé muy entusiasmado con el libro este. Me alegro mucho haberlo encontrado en castellano, porque así lo puedo compartir aquí. Les dejo un pedazo de una de las novelas, si alguien tiene interés en la novela (en pdf) se la haré llegar.



Mi primer paso fue ponerme en contacto con Stuart Green, editor en una de las mayores editoriales. No le conocía muy bien, pero nos habíamos criado en la misma ciudad y su hermano menor, Roger, había ido al colegio con Fanshawe y conmigo. Supuse que Stuart se acordaría de quién era Fanshawe y me parecía una buena manera de empezar. Me había encontrado a Stuart en varias reuniones a lo largo de los años, quizá tres o cuatro veces, y siempre se había mostrado amable, hablando de los viejos tiempos (como él los llamaba) y prometiendo darle recuerdos míos a Roger la próxima vez que le viera. Yo no tenía ni idea de qué podía esperar de Stuart, pero pareció bastante contento de oírme cuando le llamé.

Quedamos en vernos en su oficina una tarde de aquella semana.

Tardó unos momentos en situar el nombre de Fanshawe. Le sonaba, dijo, pero no sabía de qué. Estimulé su memoria un poco, mencioné a Roger y sus amigos, y de pronto cayó en la cuenta.

—Sí, sí, claro —dijo—. Fanshawe. Aquel niño tan extraordinario. Roger solía insistir en que acabaría siendo presidente.

Ese mismo, dije, y luego le conté la historia.

Stuart era un tipo bastante remilgado, un tipo de Harvard que llevaba corbatas de pajarita y chaquetas de tweed, y aunque en el fondo era poco más que un ejecutivo, en el mundo editorial pasaba por ser un intelectual. Le había ido bien hasta entonces —era editor jefe con poco más de treinta años, un trabajador joven, sólido y responsable— y no había duda de que continuaría ascendiendo. Digo todo esto únicamente para demostrar que no era persona automáticamente receptiva a la clase de historia que le estaba contando. Tenía muy poco de romántico, muy poco que no fuera precavido y práctico, pero noté que estaba interesado, y a medida que yo continuaba hablando, incluso parecía excitado.

Tenía poco que perder, por supuesto. Si el trabajo de Fanshawe no le gustaba, le sería muy fácil rechazarlo. Los rechazos eran la esencia de su trabajo y no tendría que pensárselo dos veces. Por otra parte, si Fanshawe era el escritor que yo decía que era, publicarlo sólo podría contribuir a la reputación de Stuart. Compartiría la gloria de haber descubierto a un genio americano desconocido y podría vivir de ese golpe de suerte durante años.

Le entregué el manuscrito de la novela larga de Fanshawe. Al final, le dije, tendría que ser todo o nada —los poemas, las obras de teatro, las otras dos novelas—, pero aquélla era la obra más importante de Fanshawe y me parecía lógico que empezásemos por ella. Me refería a El país de nunca jamás, por supuesto. Stuart dijo que le gustaba el título, pero cuando me pidió que le describiera el libro, le contesté que preferiría no hacerlo, que pensaba que sería mejor que lo descubriera por si mismo. Levantó una ceja como respuesta (un truco que probablemente había aprendido durante el año que pasó en Oxford), como dando a entender que no debía jugar con él. Que yo supiera, no estaba jugando a nada. Era sólo que no quería forzarle. El libro se encargaría de eso, y yo no veía ninguna razón para negarle entrar en él indefenso: sin mapas, sin brújula, sin nadie que le llevase de la mano.

Tardó tres semanas en llamarme. Las noticias no eran ni buenas ni malas, pero parecían esperanzadoras. Probablemente tendríamos suficiente apoyo de los editores para sacar el libro adelante, dijo Stuart, pero antes de tomar la decisión definitiva querían echar una ojeada al resto del material. Yo ya esperaba aquello —cierta prudencia, andar con pies de plomo—, y le dije a Stuart que pasaría por su oficina para llevarle los manuscritos la tarde siguiente.

—Es un libro extraño —me dijo, señalando el manuscrito de El país de nunca jamás sobre su mesa—. No es en absoluto la típica novela, ya me entiende. No es típico en nada.

Aún no está claro que vayamos a publicarlo, pero si lo hacemos, estaremos corriendo cierto riesgo.

—Lo sé —dije—. Pero eso es lo que lo hace interesante.

—Lo que es una verdadera pena es que Fanshawe no este disponible. Me encantaría poder trabajar con él. Hay cosas en el libro que deberían cambiarse, creo yo, ciertos pasajes que deberían suprimirse. Eso haría que el libro fuese aún más fuerte.

—Eso no es más que orgullo de editor —dije—. Les resulta difícil ver un manuscrito y no atacarlo con un lápiz rojo. La verdad es que creo que acabará usted por encontrarles sentido a las partes que ahora no le gustan, y se alegrará de no haber podido tocarlas.

—El tiempo lo dirá —dijo Stuart, nada dispuesto a darme la razón—. Pero no hay duda, no hay duda de que el hombre sabía escribir. Leí el libro hace más de dos semanas y no me ha abandonado desde entonces. No puedo quitármelo de la cabeza. Me acuerdo de él una y otra vez, y siempre en los momentos más extraños. Al salir de la ducha, andando por la calle, cuando me estoy metiendo en la cama por la noche, siempre que no estoy pensando conscientemente en nada. Eso no sucede muy a menudo, usted lo sabe. Lee uno tantos libros en este trabajo que todos tienden a mezclarse. Pero el libro de Fanshawe destaca. Hay algo poderoso en él, y lo más raro es que ni siquiera sé qué es.

—Probablemente ésa es la verdadera prueba —dije—. A mi me sucedió lo mismo. El libro se te graba en el cerebro y no puedes librarte de él.

—¿Y qué me dice del resto de su obra?

—Es lo mismo —dije—. No puedes dejar de pensar en ella.

Stuart meneó la cabeza, y por primera vez vi que estaba sinceramente impresionado.

No duró más que un momento, pero en aquel instante su arrogancia y su pose desaparecieron repentinamente, y me encontré casi deseando que me agradase.

—Creo que tal vez hayamos descubierto algo importante —dijo—. Si lo que usted dice es verdad, creo que realmente hemos encontrado algo importante.

Así era, y según se comprobó luego, quizá aún más importante de lo que Stuart había imaginado. El país de nunca jamás fue aceptado ese mes, con una opción sobre los otros libros. Mi veinticinco por ciento del anticipo fue suficiente para comprarme algún tiempo, y lo empleé en preparar una edición de los poemas. También fui a visitar a varios directores de teatro para ver si les interesaría montar las obras. Finalmente, también eso salió bien y planeamos estrenar tres obras de un acto en un pequeño teatro del centro unas seis semanas después de que se publicara El país de nunca jamás. Mientras tanto, persuadí al director de una de las principales revistas para las que yo escribía en ocasiones de que me dejase escribir un artículo sobre Fanshawe. Resultó un texto largo y bastante exótico y en ese momento pensé que era una de las mejores cosas que había escrito. El artículo tenía que aparecer dos meses antes de la publicación de El país de nunca jamás, y de repente me pareció que todo ocurría a la vez.

Reconozco que me dejé atrapar por todo ello. Una cosa llevaba a la otra y, antes de que pudiera darme cuenta, se había puesto en marcha una pequeña industria. Era una especie de delirio. Me sentía como un ingeniero, apretando botones y tirando de palancas, corriendo de las válvulas a los circuitos, ajustando una pieza aquí, diseñando una mejora allí, escuchando cómo el artefacto zumbaba, resoplaba y ronroneaba, olvidado de todo lo que no fuera el estrépito de mi invento. Yo era el científico loco que había inventado la gran máquina mágica, y cuanto más humo salía de ella y más ruido hacía, más feliz estaba yo.

Quizá eso era inevitable; quizá tenía que estar un poco loco para embarcarme en ello.

Dado el esfuerzo que me había supuesto reconciliarme con el proyecto, probablemente era necesario que equiparase el éxito de Fanshawe con el mío propio. Había tropezado con una causa, algo que me justificaba y hacía que me sintiese importante, y cuanto más plenamente me sumergía en mis ambiciones para Fanshawe, más nítidamente me veía a mí mismo. Esto no es una excusa; es simplemente una descripción de lo que sucedió. La visión retrospectiva me dice que estaba metiéndome en líos, pero en aquella época yo no era consciente de ello. Es más, aunque lo hubiera sido, dudo que hubiera hecho algo diferente.

Debajo de todo ello estaba el deseo de permanecer en contacto con Sophie. A medida que pasaba el tiempo, se convirtió en algo perfectamente natural que yo la llamase tres o cuatro veces por semana, para almorzar con ella, para dar un paseo por la tarde en su barrio con Ben. Le presenté a Stuart Green, la invité a conocer al director de teatro, le busqué un abogado para que se ocupara de los contratos y otros asuntos legales. Sophie aceptó todo esto con naturalidad, considerando aquellos encuentros más como ocasiones sociales que como conversaciones de trabajo, dejándole claro a la gente que veíamos que yo era quien tomaba las decisiones. Intuí que estaba decidida a no sentirse en deuda con Fanshawe, que, sucediera lo que sucediera, ella continuaría guardando las distancias. El dinero la hacía feliz, por supuesto, pero nunca lo relacionó realmente con el trabajo de Fanshawe. Era un regalo inesperado, un billete de lotería premiado que le había caído del cielo, y eso era todo. Sophie vio a través del torbellino desde el principio. Comprendió el fundamental absurdo de la situación, y como no era avariciosa, como no tenía ningún impulso de aprovechar su ventaja, no perdió la cabeza.

Me esforcé mucho en mi cortejo. Sin duda mis motivos eran transparentes, pero quizá eso fue lo bueno. Sophie sabía que me había enamorado de ella, y el hecho de que no me abalanzase, de que no la obligase a declarar sus sentimientos hacia mí, probablemente contribuyó más que ninguna otra cosa a convencerla de mi seriedad. Sin embargo, yo no podía esperar eternamente. La discreción tenía su función, pero demasiada discreción podía ser fatal. Llegó un momento en que noté que ya no estábamos empeñados en un combate, que las cosas se habían asentado entre nosotros. Al pensar ahora en ese momento, me tienta utilizar el lenguaje tradicional del amor. Deseo hablar con metáforas de calor, de fuego, de barreras que se derriten ante pasiones irresistibles. Soy consciente de lo ampulosos que pueden sonar estos términos, pero al final creo que son exactos. Todo había cambiado para mí, y palabras que nunca había comprendido, súbitamente empezaron a tener sentido. Aquello fue una revelación, y cuando finalmente tuve tiempo de absorberla, me pregunté cómo había podido vivir tanto tiempo sin aprender aquella sencilla verdad. No estoy hablando de deseo tanto como de conocimiento, del descubrimiento de que dos personas, a través del deseo, pueden crear algo más poderoso de lo que ninguna de ellas podría crear sola. Ese conocimiento me transformó, creo, e hizo que me sintiera más humano. Al pertenecer a Sophie, empecé a sentir como si perteneciera a todos los demás. Resultó que mi verdadero lugar en el mundo estaba más allá de mí mismo, y si estaba dentro de mí, también era ilocalizable. Era el diminuto espacio entre el yo y el no yo, y por primera vez en mi vida vi esta nada como el centro exacto del mundo.

Era el día en que yo cumplía treinta años. Conocía a Sophie desde hacía aproximadamente tres meses y ella insistió en que lo celebráramos. Yo estaba reacio al principio, ya que nunca había dado mucha importancia a los cumpleaños, pero el sentido de la ocasión de Sophie acabó venciéndome. Me compró una cara edición ilustrada de Moby Dick, me llevó a cenar a un buen restaurante y luego a una representación de Boris Godunov en el Met. Por una vez, me dejé ir, sin intentar explicarme mi felicidad, sin intentar anticiparme a mí mismo o maniobrar mejor que mis sentimientos. Quizá estaba empezando a percibir una nueva audacia en Sophie; quizá ella me estaba dejando saber que había decidido por sí misma, que ya era demasiado tarde para que ninguno de los dos se echara atrás. Fuese lo que fuese, aquélla fue la noche en que todo cambió, en la que ya no hubo ninguna duda respecto a lo que íbamos a hacer. Regresamos a su apartamento a las once y media, Sophie pagó a la soñolienta canguro y luego entramos de puntillas en la habitación de Ben y nos quedamos allí un rato viéndole dormir en su cunita. Recuerdo claramente que ninguno de nosotros dijo nada, que el único sonido que yo oía era el leve gorgoteo de la respiración de Ben. Nos inclinamos sobre los barrotes y estudiamos la forma de su cuerpecito, tumbado boca abajo, las piernas encogidas, el trasero levantado, dos o tres dedos metidos en la boca. La escena pareció durar largo tiempo, pero dudo que fuese más de un minuto o dos. Luego, sin previo aviso, ambos nos erguimos, nos volvimos el uno hacia el otro y empezamos a besarnos. Después de eso, me resulta difícil hablar de lo que sucedió. Estas cosas tienen poco que ver con las palabras, tan poco, en realidad, que casi parece inútil tratar de expresarlas. En todo caso, diría que

estábamos cayendo el uno en el otro, cayendo tan rápido y tan lejos que nada podía pararnos.

De nuevo, recurro a la metáfora. Pero probablemente no se trata de eso. Porque que pueda o no pueda hablar de ello no cambia la verdad de lo que sucedió. El hecho es que nunca hubo un beso igual, y dudo que en toda mi vida vuelva a haber un beso igual.

8.5.08

En el balance, ¿quién ganó y quién perdió el 4 de mayo?

Los dejo con este artículo que, a mi parecer, presenta una postura con la que estoy muy de acuerdo. Después de todo, en Bolivia, después del domingo 4 de mayo, todo vale.

El 4 de mayo los autonomistas abrieron una Caja de Pandora de la que todavía no son conscientes. Le regalaron dos jugadas ganadoras al ejecutivo.

Iacta alea est. Llegó por fin el tan augurado 5 de mayo. Y con sus también muy augurados resultados. La suerte ha sido echada. Se ha terminado de configurar el tablero que todos anticipábamos. La Cosa Nostra de tres cabezas (la Prefectura, el Komité y la CDE) montó su onerosa encuestilla para la Automanía (remedo de autonomía de y para los habitués de la desaparecida discoteca), mostrando con ello que, incluso en pleno siglo XXI, incluso en plena era de la información, los procedimientos elementales que garantizan la limpieza y transparencia de cualquier evento electoral pueden pasarse por alto con la misma facilidad con que en el latifundio oriental se olvida que el trabajo debe pagarse con salario.

El protagonista del 4 de mayo supone que, después de su jugada, sólo queda una alternativa: la negociación de un nuevo Estado. ¿Los negociadores? El gobierno central y las 4 autoridades departamentales automaniacas, por supuesto. En esto coinciden los dones más importantes de la Cosa Nostra, fundamentalmente Don Urenda y Don Klinsky. De hecho, la jugada del 4 de mayo fue una brillante medida de presión en esa dirección. Es distinto negociar un régimen automaniaco con un estatrucho aprobado (sin mucha decencia electoral) que sin él. Evidentemente la de la Cosa Nostra fue una apuesta más que arriesgada, y no sólo por lo limítrofe con la sedición. Y como se dice en el póker o en el tardocapitalismo financiero, mientras más arriesgada la apuesta, más altos los réditos.

Los primeros réditos no anduvieron nada mal. El domingo en la noche el presidente convocó a los prefectos a un diálogo por “una verdadera autonomía”, reconociendo con ello a las autoridades departamentales como los actores e interlocutores válidos para la negociación y construcción de una nueva institucionalidad estatal. Con semejante jugada (la del reconocimiento), el gobierno pierde a corto plazo al menos dos pulsetas. Primero, si el nuevo Estado debe negociarse con los prefectos, éstos constituyen autoridades legítimas, incluso para crear ordenamientos políticos departamentales. Segundo, si el nuevo régimen de autonomías se negocia sólo con las autoridades departamentales, pierden carácter de actor e interlocutor legítimo las otras instancias territoriales autónomas que el proyecto de nueva CPE quiere crear. Para crear un régimen autonómico a la medida del gobierno y no de los departamentos, el ejecutivo tendría que convocar (reconocer como interlocutores) también a provincias, municipios y TICOs (Territorios Indígena Campesino Originarios)… Con su movida del domingo, sin embargo, ha favorecido la creación de un régimen autonómico más a la medida de la Cosa Nostra que al propio proyecto del gobierno.

En definitiva, son dos las pulsetas que el Gobierno perdió para el corto plazo, para la resolución de la agenda autonómica. Pero la jugada del gobierno tampoco es ilusa. Al seguir reconociendo a las autoridades departamentales como los interlocutores válidos para el proceso de creación de la nueva institucionalidad estatal, queda marginado de la agenda cualquier otro actor que quiera jugar en la arena nacional. Nohay mucho misterio en esto. Mientras el diálogo siga ofreciéndose a los prefectos, los partidos (fundamentalmente, UN y PODEMOS) seguirán sin presencia alguna en los procesos políticos. Y esto convierte al MAS en el único actor visible a nivel nacional, una ventaja mediática y política que, aunque por el momento genere desgaste, mostrará sus propios réditos en coyunturas electorales… Después del 4 mayo, el gobierno recibió un importante revés a corto plazo, pero los principales perdedores siguen siendo UN y PODEMOS. ¿Representa esto último un rédito para la arriesgada apuesta de la Cosa Nostra? Ni fú ni fá. La automanía departamental se está construyendo al margen de los partidos, aunque probablemente no sin su injerencia. De ahí que antes se llamara “esta-TUTOs” a lo que hoy llamamos “estatruchos”.

Pero… ¿sólo hay réditos en la arriesgada apuesta de la Cosa Nostra? Evidentemente no. Como en toda moneda, en la del riesgo también hay dos caras. Un gran riesgo puede traer grandes ganancias, pero también puede generar enormes pérdidas. Y en el tablero creado el 4 de mayo, las pérdidas mayores pueden recaer sobre la propia Cosa Nostra. Esto, por supuesto, en caso de que el gobierno decida realizar dos jugadas, juntas o por separado, simultánea o secuencialmente: la jugada de rechazar el diálogo y la jugada de reorganizar el ordenamiento político-administrativo.

1. La jugada de rechazar el diálogo. La apuesta de la Cosa Nostra es negociar con los 4 estatruchos en la mano… Pero, ¿qué pasaría si el gobierno, después de haber ofrecido diálogo incansablemente, decide que, ante tanta negativa de parte de las autoridades departamentales, pasó el tiempo de la negociación y que ahora corresponde hacer efectiva la agenda constituyente y el referéndum respectivo? Esta jugada, además de muy probable, sería la menos conveniente para la propia Cosa Nostra. Supongamos que no se instala ninguna negociación y que, en su lugar, la propuesta de nueva CPE va a referéndum… Si la nueva CPE no se aprueba, no habrá base constitucional alguna para crear departamentos autonómicos. Si, por el contrario, la nueva CPE se aprueba, ganará el modelo de autonomía del gobierno. En cualquiera de los dos escenarios, la causa automaniaca, tal como está formulada en la actualidad, pierde. Y la pérdida mayor se registraría en el caso de que no se apruebe la nueva CPE: el mismo proceso autonómico quedaría entrampado hasta que se encuentre una nueva fórmula (pacto político, nueva constituyente o quiebre institucional) para incluir, con rango constitucional, a las autonomías en el ordenamiento político-administrativo boliviano. En términos concretos, estamos hablando de 3 ó 4 años más de proceso político para hacer efectiva de jure la autonomía. Por mientras sólo queda la alternativa de hacerla efectiva de facto, alternativa con la que la Cosa Nostra ha mostrado una afinidad sospechosa y vergonzosa, pero que a un segmento importante y creciente de la ciudadanía cruceña le está produciendo anticuerpos…

2. La jugada de reorganizar el ordenamiento político-administrativo. Junto con el nuevo tablero, la Cosa Nostra ha producido también un precedente, ignominioso, pero precedente al fin y al cabo, que sirve de argumento político para la creación de facto de nuevas entidades político-territoriales autonómicas. Ya inició este camino la Provincia de Cordillera en Santa Cruz. Y el río está demasiado revuelto en el Gran Chaco, Tarija. Es más,
incluso se ha propuesto la creación de un décimo departamento. Cualquiera sea el futuro de estas propuestas, las condiciones objetivas son propicias para, al menos, cuestionar la ya añeja división político-administrativa de 9 departamentos. Si provincias enteras reaccionan en contra de los proyectos automaniacos de los Komités cívicos, los departamentos respectivos, en tanto unidades político-territoriales, se acercan aceleradamente a la escisión. Y la escisión de cualquiera de los departamentos significaría un debilitamiento económico, político y simbólico para la causa automaniaca. Si el ejecutivo decide realizar esta jugada y coordinar con los actores provinciales la creación de facto de nuevas entidades autónomicas, la Cosa Nostra carecería de recursos morales para objetar. De ahí que la operación “reorganización político-administrativa” pueda producir el daño político más severo a la causa automaniaca. ¿Cómo se vería el mapa boliviano con, por poner un número, 2 ó 3 departamentos adicionales, creados a expensas de los departamentos automaniacos?

La euforia del 84% (con participación de únicamente el 61% del padrón) aún no permite que la Cosa Nostra dimensione la Caja de Pandora que acaba de abrir. El tablero creado por el tramparéndum le regala en bandeja de plata dos jugadas ganadoras al gobierno… Y todo indica que el gobierno lo sabe. Quizás eso explique la pasividad, la casi desidia con la que se opuso al evento del 4 de mayo: un par de llamados al diálogo por aquí; un par de gestiones internacionales por allá; un par de invitaciones a la iglesia o a la OEA para intermediar… Pero… Nada más. Nada de hacer uso del monopolio legítimo de la fuerza física o de iniciar procesos judiciales por sedición o delitos semejantes… Vistos los escenarios posibles post-tramparéndum, ¿cómo el ejecutivo no se iba a estar frotando las manos con el enorme favor que le hacía la Cosa Nostra? El 4 de mayo le regalaron dos jugadas políticas que, antes de eso, no parecían muy probables. Ya hay excusa para redimensionar territorial, política y económicamente a los departamentos de Santa Cruz y Tarija. Ya hay motivo para someter a Referéndum la propuesta de nueva CPE sin modificarle ni una sola coma. ¡Y todo esto casi gratis, sin incurrir en el desgaste político de hacer uso de la fuerza física!

En el balance, ¿quién ganó y quién perdió el 4 de mayo?


(Daniel M. Giménez)

6.5.08

Prisionero del Tiempo

Si abro un recuerdo y miro para atrás
justo cuando era niño o más allá,
tengo tantas canciones por decir
pero a veces no encuentro ni un rastro de mí.


La conocí en un sueño, porque es solamente a través de los sueños que uno puede conocer a los habitantes del futuro. No podía ser de otra forma. Me costaba atar las telas de colores que inundaron mi noche, me costaba ante todo reconstruir el rostro que había habitado mi sueño, y que me decía, que levante mis alas, que me agarre fuerte de la esperanza y me lance al mar. Esa noche desperté totalmente confundido, se que fue un sueño, pero parecía tan real. Mi cuerpo se encontraba en una zona distante, un lugar que nunca conocí, pero en el que me sentí cómodo y bienvenido, supe sin saber que estuve ahí antes, en un tiempo remoto a veces pasado y también futuro. En un espacio desconocido y mío. En un desarmado y disonante entretejer de conjeturas y conclusiones que lentamente recorría, tocaba tácitamente, y poco a poco, reconocía.

La encontré recostada en una banqueta tomando el sol a la orilla del mar. Tenía los brazos cruzados detrás de la nuca, haciendo de almohada, vestía una camiseta anaranjada, jeans y sandalias rojas, dormía. Me acerque lentamente, y la observe, sentí paz al verla, y tuve ganas de recostarme cerca suyo y tomar el sol. La brisa nos inundaba con ese olor salado tan particular del mar. De pronto se despertó, y me miro, al principio asustada, pero pronto se dio cuenta que yo no le haría daño, entonces le dije que hacía un lindo día y que sentía mucho el haberla despertado, que se veía muy tranquila ahí recostada. Sonrío, y me dijo que si, que el día era genial, que no me preocupase por haberla despertado. Como te llamas, me pregunto, le dije que no importaba, que yo era tan sólo un habitante de la soledad, y que no sabía exactamente en que lugar me hallaba y necesitaba ayuda para encontrar una ruta de retorno. Se puso de pie, y empezamos a charlar, la reconocí instantáneamente, supe que ella era ella.

Pronto nos encontramos caminando en la playa, me quite los zapatos, y podía jugar en la arena con mis dedos. Estuvimos hablando de todo y de nada, de los sueños, de la soledad, del silencio, de la nostalgia, de los temas que han sido siempre motivo de elucubraciones y divagaciones profundas. Pasaron las horas rápidamente, reconocía algunos de mis pensamientos en sus palabras, antes de que los piense, y creo que ella sintió algo similar, pero a ratos yo solía enfrascarme en pensamientos absurdos, y nos perdíamos el uno al otro. Disfrute mucho de su compañía, y de pronto sentí que pertenecía a ese lugar, lo difuso se tornaba más claro, reconozco que fue un momento fantástico, en extremo ideal, pero tan real que podía morderlo y saborearlo, tocarlo y apretarlo contra mi pecho. Te conozco de muchas vidas, le dije, y sonrió. Lo sé, me respondió. Siempre la estuve buscando, aunque nunca supe hallarla, encontré en su mirada respuestas a miles de encrucijadas, y de pronto todo lo que nos rodeaba cobro sentido… sus ojos de ocaso y su sonrisa lejana, trazaron un mapa incierto, una ruta desparramada, y a pesar de que suene insensato, la quise.

Era sábado por la mañana y el sueño había sido muy placentero, pero de pronto sentí mucha nostalgia. Caminante, no hay camino, solía decirme a mi mismo, pero me era muy difícil hacer camino, sigue siendo un reto constante el tratar de poner bien los pies sobre la tierra, despejar la mente, despegar un poco del suelo, sacudirme, despertarme, mirar delante mío y andar haciendo camino. Es absurdo a veces pensar que deambular por el universo nos llevara a algún lugar. No creo que nadie sepa con certeza que es lo que realmente va a encontrar, aunque si es posible que se tenga una vaga idea de lo que se busca. Esa mañana supe que mi sueño dijo todo lo que precisaba saber, aunque todavía me era muy difícil entenderlo, y no poder recordarlo todo con nitidez complicaba las cosas.

Estuve visitando algunos blogs y encontré uno que me gusto mucho, lo escribía Sypave, me gusto mucho su nick puesto que en la mitología guaraní corresponde al nombre de la primera mujer. La visite varias veces, pero sólo comente semanas después de haberlo encontrado. Me impresionaban mucho sus cuentos, su forma de escribir, como acomodaba las palabras, pronto empezó también a visitarme. En uno de sus comentarios me dijo, ‘Zurvan: me gustan mucho tus cuentos, a veces siento que los escribiste para mí’. Le respondí que en un mundo de infinitos todo era posible, y que las cosas escritas no responden a sentimientos particulares, sino al afán de entregarle algo a alguien en particular o a un grupo de gente, pero que los autores no son necesariamente conscientes de quien es ésta persona, y que si le apetecía le regalaría un cuento. Poco a poco fuimos desarrollando una relación bastante interesante, ninguno de los dos sabía el nombre del otro, y sin embargo a pesar de desconocer las realidades de vida, yo sentía que la conocía.


Miro el rompecabezas y no sé
si perdí alguna pieza o estoy bien,
puede calmarse un poco este loco de atar
si me miran tus ojos en esta inmensidad.


Nos pusimos de acuerdo para chatear en el mensajero de Windows. Así supe que vivíamos en el mismo país, y que en diferentes momentos de nuestras vidas habíamos vivido en las mismas ciudades, aunque ahora nos hallábamos en lugares diferentes. Tan pronto empecé a hablarle, reconocí en sus letras, las palabras que habían habitado mi ya lejano sueño, y se lo dije. Me pregunto más cosas acerca de mi sueño, que se lo contara con detalle, después de hacerlo hubo un momento de silencio en la pantalla. Un jijiji le siguió… me dijo que ella tuvo el mismo sueño, que ella vestía una camiseta anaranjada, sandalias rojas, y jeans, y que luego camino con alguien en la orilla del mar. Yo me quedé totalmente anonadado, estupefacto, completamente idiotizado, ¿era esto posible?, ¿se pueden transgredir los sueños?, ¿podían dos personas tener el mismo sueño? Nada tenía sentido, y sin embargo todo era más claro, respondí con risas, con wiii’s y yupi’s, y muchos signos de interrogación.

Dieron las 7:00 PM y me dijo que se iba a dormir, que había sido un día muy largo, y que sería un gusto el que nos encontremos al día siguiente. ¿Dormir? le pregunte. Si recién es las siete. ¿Qué cosa? me dijo, es la 1:00 AM. Ninguno de los dos comprendía lo que sucedía. Hoy es martes ocho de enero del 2008, son las 7:00 PM, afirme. Para mí, es la una de la mañana y ya es miercoles, dijo ella. Creí que estaba en un sueño, me pellizque, salte un poco, corrí al baño y me eche agua en la cara, ella tampoco lo podía creer, me pregunto si estábamos en un sueño. Y no supe responder. No supe que decirle, excepto que si lo era, entonces era el sueño más bizarro que había tenido nunca. Respondió con risas, y signos de interrogación. Quedamos en encontrarnos al día siguiente, y se fue a dormir.

No pude dormir en toda la noche, no entendía lo que pasaba, me preguntaba si me despertaría en algún momento. Busque en la basura, quizás comí algo, pero no encontré nada. Arroje mi cajetilla de cigarrillos en el bote, quien sabe fume algo raro. Luego me quede contemplando el techo toda la noche. Al día siguiente, al regresar de mi trabajo, entré al chat, y ahí estaba ella. No había sido un sueño. Todo era tan increíble. Efectivamente ella vivía en el futuro, a seis horas de diferencia. No podíamos explicarlo, mi mundo seguía girando, y ella sabía que su mundo también seguía adelante. Incrédulos decidimos no abandonar este nivel de realidad… ¿realidad?

Hemos aprendido a vivir con ello, hablamos por muchas horas durante la semana. Se de su sensibilidad extrema y su lágrima fácil, le he confesado algunos miedos y pasiones, poco a poco hemos ido adentrándonos el uno en el otro, vamos conociéndonos. Pero sin embargo es imposible conocernos por completo. Todavía no se han creado las maquinas del tiempo. Y si bien un día compartimos el mismo sueño, ninguno de los dos puede tener la certeza de que ocurrirá nuevamente ¿que traerá el futuro?


En esta inmensidad a la que llaman tiempo,
en esta inmensidad donde vamos viviendo
te encontré frente a frente y no,
todavía no lo entiendo,
como fue tanto tiempo sin poderte tocar.


Debo confesar que es difícil habitar un tiempo inexistente. Que algunas noches cuando no concilio dormir, salgo corriendo de mi casa, tratando de alcanzarla, pero todo es inútil, el tiempo nunca se detiene, y jamás seré más rápido que la luz. No soporto los momentos en que el recuerdo de mi sueño se hace borroso, siento que la pierdo, y rápido me dispongo a dibujarla con palabras, a describirla en poemas destartalados, y en frases cursis que poco a poco van poblando las solapas del libro de turno. A veces, siento que los sueños son como la arena del mar, uno trata de retenerlos y darles forma, más estos se escurren, y los granos inefables como los recuerdos yacen inertes, mueren súbitamente, y se confunden con el viento.

Busco razones, más no las encuentro, todo es absurdo. Soy como el musgo que crece en un muro, no tengo raíces, pero crezco. Ella le ha dado otras tonalidades a mi vida. Cuando estamos juntos habitamos un espacio inexistente. Es cierto que a veces la recuerdo como en mi sueño, pero realmente no se si ella es así, después de todo nunca la he visto. Ella tampoco me conoce, excepto por el sueño que tuvo de mí y conmigo. Sin embargo creo también que los sueños pueden a veces hacerse realidad, que lo proyectado en ellos, es la esencia de lo que somos, o la esencia de lo que añoramos ser, el potencial de nosotros mismos. E incluso si no somos como soñamos serlo, vale la pena saltar al río y aprender a remar, es mejor que ser tan sólo un espectador más, en mi caso prefiero morir ahogado.

En este mundo de soledades profundas, y realidades nefastas, la mía es una más. Soy Zurvan, paradójicamente tome el nombre del dios del tiempo en la mitología persa. Sin embargo soy prisionero del reloj de arena, los tic tacs de mi presente no me permiten saltar y conocerla. Pero no he abandonado a la esperanza. Espero ansioso el barco o nave que me lleve al futuro, recorro todas las bibliotecas y sitios de la red, que ofrezcan una luz mínima, un pedazo de nitidez en esta borrosa sensación de vida. No tengo certeza alguna sobre el futuro, sin embargo estoy dispuesto a correr el riesgo que implica volar. Si pudiera verla, acariciaría su mejilla, y mientras le paso el cabello detrás de la oreja le diría que me acompañe en un viaje, que no me tema, que tengo mil complejos y conflictos, que a veces exploto sin motivo, pero que al final del día siempre sabré ser su refugio, y que lo único que busco es la alegría extensa de su risa, la calma melódica de sus manos y el calor incandescente que sus ojos tibios pueden darme. Y nostálgico como soy, habitaría con ella el sueño nuestro de todos los días.


Si a la espalda me juzgan los demás
y se abraza una duda a mi verdad,
nadie es dueño de nadie, yo lo sé bien,
pero a veces me adueño de tu olor a mujer.

(Los versos pertenecen a la canción En Esta Inmensidad de Alejandro Filio)




3.5.08

Del Libre Mercado y La Acumulación

Hablando un poco más de economía…. Creo que a veces soy demasiado trágico con esto de la economía, pero la verdad, no es para menos. Lastimosamente mucha gente cree que el libre mercado es posible. Pero seamos claros, el libre mercado es una ficción total. Supuestamente, si los mercados son libres, y los gobiernos no intervienen, ni regulan la economía, entonces el mercado se regulara así mismo, y milagrosamente habrá eficiencia.

Todos estos supuestos, en realidad funcionan en modelos de ‘mercados perfectos’ Un mercado perfecto para serlo debe cumplir ciertas condiciones.

· Los demandantes y ofertantes pueden competir libremente, sin intervenciones.

· No existen costos de transacción.

· En ellos, ninguno de los participes del mercado puede influir decisivamente, en el precio.

· Ninguno de los participantes goza de más información que el resto.

· Todos los participantes del mercado son racionales.

¿Por donde empezar? Ninguna de los anteriores supuestos se cumple. En algunos mercados algunas veces se cumple un par de condiciones, pero nunca todas. Y en los pocos casos empíricos que han existido, los mercados perfectos no han ocurrido como los supuestos indican, y han fracasado. Ahora los economistas usan el supuesto de mercados perfectos, para dizque poder entender fenómenos que ocurren en la Economía, pero siendo realistas, usan ejemplos inexistentes, para explicar una realidad en la que vivimos todos los días. ¿?

Toda esa introducción, viene para expandirme un poco a lo de los tratados de libre comercio. Otra ficción. ¿Tratados para quien? ¿A quién le convienen esos tratados? Pues le conviene a las corporaciones. Y al país que tiene más corporaciones. Y todos sabemos que países son esos, ¿o no?

Tanto Estados Unidos como Europa quieren tratados de libre comercio con los países en desarrollo, argumentando que tales tratados traerán beneficios a todos en general, y en el largo plazo eliminaran la pobreza. Suena muy lindo. Pero no es cierto, lo poco que traen los tratados de libre comercio es dependencia, y crecimiento para los sectores más ricos de la población. Cuando se hacen los tratados los países industrializados exigen a los países en desarrollo, que estos eliminen sus tarifas y barreras, y habrán sus puertas al comercio y a la inversión. Pero no actúan recíprocamente. No están nunca dispuestos a eliminar ellos las barreras que han impuesto, claro ejemplo son los subsidios. Si los europeos y los gringos lo hicieran, no podrían competir en un ‘mercado libre’ y rápidamente sus agroindustrias irían a la bancarrota, y dependerían de nosotros para conseguir sus alimentos.

Eso no les convendría a las corporaciones, y particularmente en Estados Unidos, la agroindustria domina muchísimos estados, lo que implica que domina votos en el congreso, y mientras sea así, ningún gobierno querrá perder esos votos, y protegerá a los agroindustriales. Entonces una de las posibles conclusiones de este asuntito, es que el libre mercado, funciona cuando les conviene, cuando no, pues se limpian el poto con el mismo. Lo que ellos no dicen es que el libre mercado sirve para lograr uno de los principales propósitos del capitalismo: la acumulación.



El capitalismo consiste en eso, la acumulación de recursos. No se detiene nunca, una vez que estás dentro, no puedes decir, ya tengo 10 millones, ahora me retiro y listo, viviré tranquilo. Porque una vez que has asimilado el sistema, ya no puedes vivir sin el, es como el opio o el crack. Y principalmente no lo dejas, porque todos siguen en el tren, y no puedes bajarte, aunque el tren no va a ningún lugar, tienes la necesidad de quedarte en el. Veamos el caso de Europa, donde por ejemplo después de alcanzar el desarrollo, sus ciudadanos decidieron darse a si mismos muchos más beneficios, y vidas más holgadas. ¿Pues que les paso? Disminuyeron la marcha de su tren, cuando los otros trenes seguían en movimiento. El tren USA, les paso de lejos, mayor productividad, mayores ingresos, mayor todo. Obvio que tiene sus costos, en Estados Unidos hay menos feriados, menos vacaciones, la educación universitaria es cara, y no existe un buen sistema de seguro de salud pública, en si los beneficios sociales son inexistentes, y existe un aparato de propagan mediática que convence a la gente de que tener programas de beneficio social son políticas comunistas, y que cada uno es responsable de su propia vida. Pero bueno, mientras ‘desarrollo’ signifique mayores ingresos y comodidad, todo estará bien. El Japón lo mismo. Y los países en desarrollo, pues muchos compraron nuevas partes para sus trenes, y nuevos combustibles. Casos claros son los de China, India, Rusia, Sudáfrica y Brasil. Ahora Europa se ve en la necesidad de recortar muchos de sus beneficios, eso sí quiere incrementar productividad… y demás tucuymas. El asunto es claro, si quieres vivir en un sistema capitalista, pues solo hay un camino, el de la acumulación. Si te sales, con el tiempo perderás cualquier nivel de influencia que tuviste. Europa no lo ha perdido. Pero si no cambia sus políticas sociales, si perderá.

Es justamente por eso que los países en desarrollo van a tomar la batuta del desarrollo. Claramente lo mostró Goldman Sachs hace un par de años cuando saco su reporte sobre los BRIC’S (Brasil, Rusia, India y China), los países que para el 2050 serían con Estados Unidos y Japón, los más industrializados y con mayor PIB del planeta. Mientras que de los europeos, ninguno estaría en el G-7. Si fueran consecuentes con lo que predican, y realmente viviríamos en libre mercado, eso ocurriría antes del 2050. Pero descuiden, eso no significa nada, igual los pobres de América Latina seguirían siendo pobres, sino miserables, porque la riqueza sólo iría a las manos de las elites. Lo que si sería nuevo es que millones de europeos se sumarian a los pobres del resto del mundo. En fin… se que soy pesimista cuando hablo de economía.

2.5.08

Homenaje a Juan Gelman

Hice una selección de algunas de las cosas que dijo Juan Gelman, al recibir el Premio Cervantes hace unos días atrás (tambien les dejo el link al discurso completo). Es sin lugar a dudas uno de los más grandes poetas de la lengua española, y las cosas que aquí dice, son testimonio de lo grande y profundo de su pensamiento. También dejo un link a sus poemas. Disfrútenlos!


amarte es esto:
una palabra que está por decir/
un arbolito sin hojas
que da sombra/


A la poesía hoy se premia, como fuera premiada ayer y aun antes en este histórico Paraninfo donde voces muy altas resuenan todavía. Y es algo verdaderamente admirable en estos "Dürftiger Zeite", estos tiempos mezquinos, estos tiempos de penuria, como los calificaba Hölderin preguntándose "Wozu Dichter", para qué poetas. ¿Qué hubiera dicho hoy, en un mundo en el que cada tres segundos y medio un niño menor de 5 años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza? Me pregunto cuántos habrán fallecido desde que comencé a decir estas palabras. Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte.

Santa Teresa y San Juan de la Cruz tuvieron para mí un significado muy particular en el exilio al que me condenó la dictadura militar argentina. Su lectura desde otro lugar me reunió con lo que yo mismo sentía, es decir, la presencia ausente de lo amado, Dios para ellos, el país del que fui expulsado para mí. Y cuánta compañía de imposible me brindaron. Ese es un destino "que no es sino morir muchas veces", comprobaba Teresa de Avila. Y yo moría muchas veces y más con cada noticia de un amigo o compañero asesinado o desaparecido que agrandaba la pérdida de lo amado. La dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas y cabe señalar que la palabra "desaparecido" es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanas y ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto. El Quijote me abría entonces manantiales de consuelo.

Cervantes se instala en un supuesto pasado de nobleza e hidalguía para criticar las injusticias de su época, que son las mismas de hoy: la pobreza, la opresión, la corrupción arriba y la impotencia abajo, la imposibilidad de mejorar los tiempos de penuria que Hölderlin nombró. Se burla de ese intento de cambio y se burla de esa burla porque sabe que jamás será posible terminar con la utopía, recortar la capacidad de sueño y de deseo de los seres humanos. Cervantes inventó la primera novela moderna, que contiene y es madre de todas las novedades posteriores, de Kafka a Joyce. Y cuando en pleno siglo XX Michel Foucault encuentra en Raymond Roussel las características de la novela moderna, éstas: "el espacio, el vacío, la muerte, la transgresión, la distancia, el delirio, el doble, la locura, el simulacro, la fractura del sujeto", uno se pregunta ¿qué? ¿No existe todo eso, y más, en la escritura de Cervantes?




Su modernidad no se limita a un singular universo literario. La más humana es un espejo en el que podemos aún mirarnos sin deformaciones en este siglo XXI. Dice Don Quijote: "Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención, con la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caballero, y que sin saber cómo o por dónde, en la mitad del coraje y brío que enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmandada bala (disparada de quien quizá huyó y se espantó del resplandor que hizo el fuego al disparar la maldita máquina) y corta y acaba en un instante los pensamientos y la vida de quien la merecía gozar luengos siglos".

Creo, sin embargo, como el historiador y filósofo Juan Carlos Rodríguez, que el Quijote es una gran novela de amor. Del amor imposible. En el amor se da lo que no se tiene y se recibe lo que no se da y ahí está la presencia del ser amado nunca visto, el amor a un mundo más humano nunca visto y torpemente entrevisto, el amor a una mujer que no es y a una justicia para todos que no es. Son amores diferentes pero se juntan en un haz de fuego. ¿Y acaso no quisimos hacer quijotadas en alguna ocasión, ayudar a los flacos y menesterosos? ¿Luchando contra molinos de aspas de acero, que ya no de madera? ¿Despanzurrando odres de vino en vez de enfrentar a los dueños del dolor ajeno? ¿"En este valle de lágrimas, en este mal mundo que tenemos -dice Sancho-, donde apenas se halla cosa que esté sin mezcla de maldad, embuste y bellaquería"?

Para San Agustín, la memoria es un santuario vasto, sin límite, en el que se llama a los recuerdos que a uno se le antojan. Pero hay recuerdos que no necesitan ser llamados y siempre están ahí y muestran su rostro sin descanso. Es el rostro de los seres amados que las dictaduras militares desaparecieron. Pesan en el interior de cada familiar, de cada amigo, de cada compañero de trabajo, alimentan preguntas incesantes: ¿cómo murieron? ¿Quiénes lo mataron? ¿Por qué? ¿Dónde están sus restos para recuperarlos y darles un lugar de homenaje y de memoria? ¿Dónde está la verdad, su verdad? La nuestra es la verdad del sufrimiento. La de los asesinos, la cobardía del silencio. Así prolongan la impunidad de sus crímenes y la convierten en impunidad dos veces.

Hay quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido verdadero. La memoria es memoria si es presente y así como Don Quijote limpiaba sus armas, hay que limpiar el pasado para que entre en su pasado. Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destitución del pasado en general, en realidad quieren la destitución de su pasado en particular.




… El internarse en sí mismo del poeta es un atrevimiento que lo expone a la intemperie. Aunque bien decía Rilke: "[...] lo que finalmente nos resguarda/es nuestra desprotección". Ese atrevimiento conduce al poeta a un más adentro de sí que lo trasciende como ser. Es un trascender hacia sí mismo que se dirige a la verdad del corazón y a la verdad del mundo. Marina Tsvetaeva, la gran poeta rusa aniquilada por el estalinismo, recordó alguna vez que el poeta no vive para escribir. Escribe para vivir.



No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche, duelen de noche bajo el sol.