Supongo que es posible recordar fechas y aniversarios importantes. Tiendo a no celebrarlos, pese a que los recuerdo muy bien. Pocas fechas se han llegado a clavar en mi memoria como el 14 de Marzo, y quizás con algo más de fuerza en este último año. Una etapa, que sin tu presencia, no sería la misma, en definitiva, no existiría.
¿Qué le espera a uno en la terminal de llegadas de un aeropuerto? ¿Qué mundos se pueden llegar a encontrar en unos ojos inmensos que te buscan entre todos los recién llegados? ¿Qué sorpresas puedes hallar mientras compartes un café? ¿Qué laberintos puedes franquear mientras recorres Barcelona a las tres de la mañana completamente perdido? No sé, el nerviosismo y la timidez, pueden llevarnos al fracaso completo, ¿pero cuando resulta ser todo lo contrario? ¿Cuándo vas dándote cuenta que te sientes cómodo besándola? ¿Cuándo descubres que las sensaciones se disipan y todo es un poco más seguro?
Marzo, marzo, marzo.
Por costumbre, la primavera, siempre me ha llegado el 21 de Septiembre, y pese a vivir tantos años en el Hemisferio norte, nunca termine aceptando a Marzo. Es diferente ahora, creo que por primera vez puedo asumir Marzo como mi primavera. Como que en un momento de ruptura con mi hemisferio pude aceptar que la primavera llega en Marzo, y que espero pronto la llegada de esta nueva estación.
Quizás un año es mucho, pero también puede ser muy poco. Después de todo, sigues ahí, y yo sigo aquí. Y la vida, con sus revuelcos y distorsiones, siempre puede terminar sonriéndonos. Mientras, cierro mis ojos y te observo, rodeada de hadas y mariposas, en un localcito maravilloso en la Rambla de Barcelona, hablándome de todo y nada, soñando paisajes rurales, ciudades históricas y estrechos marítimos. Te observo perdida en las estaciones de tren, desandando tantos caminos, buscando quizás, la ruta acertada. Ya la encontraras cometa. Y reiremos una vez más.