11.9.09

Una noche sin ti

‘Y parecía como si dentro de pocos momentos todo fuera a solucionarse y una nueva y espléndida vida empezara para ellos; y ambos veían claramente que aún les quedaba un camino largo, largo que recorrer, y que la parte más complicada y difícil no había hecho más que empezar.’ (Anton Chejov – La Dama del Perrito)

La nostalgia es una sintonía del espíritu muy difícil de sobrellevar, cuando se atreve a inundarte puede provocar altos niveles de irritabilidad y frustración al mismo tiempo que desencadena vendavales de melancolía y profunda soledad espiritual. Muchas veces las canciones, los libros y las películas no hacen más que exacerbar ciertas etapas, traen a cuenta momentos o experiencias que, sin saber porque, consideramos épicos y transcendentales dentro de nuestra existencia, nos conmocionan y confabulan en nuestro subconsciente, expanden y dilatan imágenes propias y ajenas provocando un rave de sensaciones y todo se torna rojo como en un atardecer de esos que parecen desangrarse encima nuestro.

Away we go, o A la distancia nos vamos (aun no tiene un título en castellano, simplemente traduzco el titulo que por cierto es muy literario) la última película de Sam Mendes puede provocar arrebatos de nostalgia, no pude evitar sentirme totalmente conmovido por la composición fotográfica de este excelente film, paisajes gigantescos y el constante batallar de los personajes en una serie de viajes sin destino predeterminado, la búsqueda de la pertenencia, el acabose de las inseguridades ante el laberinto abismal de la paternidad y las responsabilidades inminentes que la madurez conlleva. La mezcla de la música de Alexi Murdoch con las imágenes no hace más que derramar sobre ti una tormenta de preguntas y recuerdos, supongo que en cada caso estos son individuales, en el mío son preguntas abismales, son trompetas repletas de sonrisas, son Cádiz y su lluvia de Marzo, son dos orillas de un océano y unos ojos inmensos.

La Dama del Perrito, de Anton Chejov, es probablemente uno de los mejores cuentos que se han escrito, creo que los escritores rusos han sabido comprender lo universal de la condición humana, y pocos autores pueden plasmar tanta madurez y contradicción como Chejov. Ana Sergeyevna, la protagonista de esa historia es memorable porque encarna la pasión, la inocencia y lo miserable, es decir la humanidad plena, el yo que todos conocemos, lo recóndito de cada uno de nosotros, lo que ocultamos al resto, lo que sentimos pero nunca deseamos expresar, es por eso que ella es tan memorable. A mí lo que me conmueve son nuevamente las distancias, los viajes, la certeza de lo hallado, el abandono, lo adictivo de las personas. Hay personas que son adictivas, que se te hacen necesarias, imprescindibles, de las que basta escuchar su risa para reírte tú mismo, personas con las que aprendes a hablar sin decir nada, personas que sólo necesitan un mmm para que delaten un estado de ánimo, personas como Ana Sergeyevna, personas inefables.




Andrés Calamaro por otro lado es algo muy personal, la canción que cuelgo en este post, es un puerto. Y es que hay pocas palabras que pueden expresar tanto como la palabra puerto, que trae connotaciones geográficas, distancias y cercanías, ausencias y presencias, la espera y la ilusión, la desesperación y la impotencia, la melancolía plasmada en imágenes, en sí, los puertos son la nostalgia misma. Y cualquier puerto vale, aéreos, marítimos, de trenes, de buses, de llamadas, de contacto virtual, etc. La canción de Calamaro es todo ello. Es la necesidad de compartir un paisaje con alguien, es las playas de la Republica Dominicana cuando se mete el sol y el deseo infinito de poder mostrar eso a otros ojos. Calamaro en tu habitación y vos mirando detrás de la ventana mientras el otoño va llegando presuroso, y recuerdas tardes de canoa en las montañas de Nueva Inglaterra aferrándote a la memoria y las risas diarias que viajan a través del teléfono mientras navegas por los rápidos cantando ♪ to die by your side, is such a heavenly way to die ♪, y de pronto aparece el puerto azul S, y te dice buenas noches y vos tranquilo, porque Calamaro está ahí con su voz ronca diciéndote que así es la nostalgia, como un viejo blues.