28.4.10

Reflexion para la tierra de uno

No necesito que te mueras para tenerte siempre cerca Mercedes. Te tuve cerca cuando nos toco irnos a pie desde el Perú a Bolivia, por causa de los bloqueos de caminos en Puno, te tuve conmigo entonces, bordeando ese lago cercado de montañas, gastando los zapatos, recorriendo la carretera un día entero de caminata. Solos vos y yo, tú en los audífonos de mi ipod, contándome cositas que venían al pelo, susurrando historias, enhebrando mapas sudacas que siempre habitan en mi. Pese a que el hijo de la chingada del presidente de turno de mi país se las arregla siempre para quitarme momentáneamente las ganas y el orgullo de ser de donde soy. Afortunadamente aprendo a reencontrarme con todo gracias a vos, y uno que otro poeta. Ya lo dice bien Jose Emilio Pacheco:

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

Así nomás es para todos. O no sé... Lo es para mí.

Así nomás es Mercedes.

Por otro lado, quiero contarte, o confesarte que he aprendido, que la tierra de uno a veces es tan ambigua. No son sólo geografías e historias, ni siquiera rostros, tampoco calles recorridas. La tierra de uno está ahí dentro de uno, como dice mi heroína personal, la tierra de uno está en la macetita que llevamos al hombro.

Yo, por ejemplo, halle mi tierra, o la ilusión de una tierra propia hace tan sólo un mes, discutiendo con ella, compartiendo con ella, conociéndola mucho más de lo que ya creía conocerla, dándole gestos a gestos ya imaginados, admirando la inmensa humanidad de una sonrisa y un rostro infinitos, dejándome llevar por esos ojos gigantescos y esas ojeras de mapache que no creían que encontraríamos una habitación en ese pueblo de la costa, y que poco a poco alcanzaron la calma. Me pregunto Mercedes, ¿por qué? ¿Por qué uno no puede vivir donde uno quiere? ¿Por qué la vida te mete delante a alguien que se dibuja imposible y perfecta al mismo tiempo? Qué triste es Mercedes. Qué triste es que uno tenga que vivir siempre lejos de la tierra de uno, del amor de uno, del destino de uno. Qué triste es el desarraigo. El exilio obligado. Que atroz y desgarradora es la ausencia.

Porque me duele si me quedo
pero me muero si me voy,
por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Por tu decencia de vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos,
porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.

Por tus antiguas rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

Para sembrarte de guitarra
para cuidarte en cada flor,
y odiar a los que te lastiman, mi amor,
yo quiero vivir en vos.