10.12.08

Principio de un Epilogo: El Fin del MAS

¿En que creo?


Ha sido una pregunta que me ha estado rondando mucho, las cosas no han cambiado, al menos no para mí. Creo que es posible construir una nueva América Latina, y que no ha habido otro momento en la historia de nuestro continente más propicio para la construcción de este proyecto que este. Muchos coinciden conmigo, otros no.


No son los gobiernos latinoamericanos los que hicieron posible este presente, el que crea eso está pecando de ingenuo. Somos los latinoamericanos los que hemos entendido que es necesario transformar nuestras sociedades. Que por mucho tiempo nuestros países han sido usados no sólo por las fuerzas coloniales y neocoloniales extranjeras, sino por nuestras propias elites. Grupos hegemónicos de poder político y económico que han terminando abriendo las venas de nuestra América, grupos que nunca se han sentido parte de nuestras realidades y que siempre han visto al norte o al otro lado del charco como faros de cultura, modelos políticos y económicos que deben ser emulados pero jamás cuestionados. El fracaso de sus proyectos ya era una realidad en los años '60 y '70, la única forma que hallaron de mantener el poder fue por medio de la represión violenta y sistemática de los movimientos sociales de entonces, desapariciones, torturas, exilios, violaciones de derechos, imposición de dictaduras, y un largo etcétera, fueron la receta perfecta para imponer nuevos modelos económicos de occidente y destruir la tan anhelada construcción de una América Latina para los latinoamericanos.


El fracaso total de las elites vino con la ola democrática. La imposición de políticas económicas que sólo han beneficiado a muy pocos, mientras las mayorías sólo se han empobrecido, causo consecuentemente que los ciudadanos se hartasen de sistemas sociales extremadamente injustos. Ya sea por la discriminación de clase o étnica, todos los países de la región han sido víctimas de la segregación económica, y la destrucción de la idea de lo posible a la que cualquier ciudadano tiene derecho. Por todo esto, pensar que son los líderes de los países latinoamericanos los que llevan adelante reformas, y los que han presentado proyectos políticos y estatales otros, es un error. Los gobiernos de izquierda de la región son el resultado de distintos proyectos sociales, es decir, son las sociedades las que han tomado la decisión de construir nuevas realidades, nuevos proyectos nacionales, interculturales, y regionales. Son las sociedades latinoamericanas las que han determinado que es necesario construir una realidad más incluyente, que ofrezca oportunidades a todos, y que se destierre la segregación de las tierras americanas de una vez por todas.


Bolivia, no ha sido ajena a la ola de cambios en el continente. Los movimientos sociales terminaron descalabrando la hegemonía neoliberal de la coalición MNR-ADN-MIR (y otros partidos políticos menores) que gobernó el país por 20 años. El fracaso del gobierno de Sánchez de Lozada demostró con holgura que el neoliberalismo no sólo no dio resultados en Bolivia, sino que fue rechazado por la mayoría de los bolivianos. Un nuevo proyecto de país era necesario. El desarrollo de un país que la mayoría pudiese sentir como suyo, la construcción de un nuevo presente boliviano, más incluyente, intercultural, plurinacional, en pocas palabras la construcción de un Estado que refleje las estructuras de la complicada realidad boliviana.


No creo en un partido político, no creo en líderes políticos, porque creo que todos ellos sólo buscan eternizar el poder que han alcanzado. Como hace meses notábamos en algunas conversaciones en los blogs, el caudillismo es un mal endémico latinoamericano, y muchas veces los líderes asumen roles que no les competen, e imponen sus visiones en lugar de adoptar medidas que beneficien a las distintas poblaciones. El caso boliviano, ha ido despeñándose desde hace algunos meses. La oposición boliviana, pese a controlar el poder económico, no ha sabido construir una oposición constructiva, no ha sabido ofrecer alternativas políticas a la población, y eso le cuesta mucho al país. Al saberse libres, los líderes del MAS han decidido imponer reformas en lugar de hallar consensos.


Es cierto que la oposición ha tratado de destruir al MAS, y ha complotado junto a los Estados Unidos para desestabilizar al gobierno boliviano. Eso hay que tenerlo muy claro. Pero en todas las ocasiones, el MAS ha sobrevenido las dificultades. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el MAS se ha enfrascado en la persecución de sus opositores políticos. Los militares y policías han arrestado ciudadanos por medios extremadamente violentos, que bien nos recuerdan a las épocas dictatoriales. Secuestros a las tres de la mañana, que sólo tres días después se convierten en procesos legales, no son la forma de construir un proceso de cambio. El clientelismo, prevendalismo, el narcotráfico y la corrupción desmesurada son ahora los males que afectan al partido, y se han convertido en incontrolables. Se inician procesos legales contra los opositores bajo el principio de su supuesta corrupción, pero no se inician los mismos procesos contra miembros del partido que han cometido los mismos crímenes. Lo que el MAS hace en estos momentos es plantar las semillas de un estado totalitario, tal cual fue antes durante los gobiernos neoliberales, o estás con ellos o estás en contra (a la mejor manera de Bush).


No contentos con esto, se enfrascan en el dogmatismo ideológico del indigenismo radical que ha llegado a controlar el MAS, y no buscan políticas económicas pragmáticas, particularmente en un momento de crisis global económica, que si bien es exógena, no debería ser empeorada por la miopía del gobierno del presidente Evo Morales.


Por todo esto, comienzo una nueva etapa. Creo que ha habido un periodo de transformación social muy exitoso, y que la creación de la Nueva Constitución Política del Estado Boliviano, es prueba de ello. Sin embargo, todo va desbarrancándose, y los que se han hecho con el poder no quieren soltarlo. No queremos un Chávez. Mi posición ahora es inamovible, es necesario que se apruebe la NCPE, pero no se le debe dar continuidad al gobierno del MAS. Evo Morales NO debe ser el próximo presidente de la República, y se deben buscar nuevos proyectos políticos más incluyentes, y menos dogmaticos.