24.6.09

David Foster Wallace: Discurso de graduacion en Kenyon College (2da Parte)

Este es el segundo y ultimo post-traducciñon del discurso de Foster Wallace. El discurso esta completo.


A continuación el discurso que dio David Foster Wallace en un acto de graduación en el 2005. He buscado el mismo discurso en la red, y halle algunas traducciones, ninguna completa, por lo que me adjudique la labor de traducirla por completa.


Este discurso de graduación fue dado el 21 de Mayo del 2005, en Kenyon Collage en Gambier, Ohio.



...1ra parte...


Este, es un ejemplo de la absoluta erroneidad de algo sobre lo cual tiendo a sentirme automáticamente convencido: todo lo que se halla en mi experiencia inmediata sustenta la profunda convicción de que yo soy el centro absoluto del universo; la autentiquísima, más espabilada e importante persona que existe. Rara vez pensamos acerca de este tipo de egocentrismo básico y natural, porque socialmente es muy repulsivo. Pero generalmente es más o menos lo mismo para todos nosotros. Es nuestra configuración predeterminada, circuitos instalados en nuestra tarjeta madre al momento de nacer. Piénsalo: no existe experiencia alguna que hayas tenido en la que tu no hayas sido el centro absoluto de la misma. El mundo como experiencia tuya está ahí frente a TI o detrás de TI, a TU izquierda o TU derecha, en TU televisión o en TU monitor. Y así sucesivamente. Los pensamientos y sentimientos de otras personas tienen que serte comunicados de alguna manera, pero los tuyos propios son tan inmediatos, urgentes, reales.


Por favor, no te preocupes, no me estoy alistando para aleccionarte sobre la compasión, o la exo-orientación, o todas las supuestas virtudes. Ésta no es una cuestión de virtudes
. La cuestión, es la elección que debo hacer para de alguna manera alterar la configuración predeterminada de los circuitos instalados en mi naturaleza, que consiste en ser profunda y literalmente ego-céntrico y prisionero de la interpretación de todo a través, de la lupa del ser. La gente que puede ajustar esa configuración predeterminada natural, de la manera sugerida, es frecuentemente descrita como gente ‘bien adaptada,’ que, sugiero, no es un término accidental.


Dado el entorno académico airoso en el que nos hallamos, una pregunta obvia es, cuanto de esta labor de ajustar nuestra configuración predeterminada implica usar conocimiento o intelecto veraces. Esta pregunta se puede tornar muy intrincada. Probablemente, la cosa más peligrosa con respecto a una educación académica –por lo menos en mi caso- es que ésta habilita mi tendencia a sobre-intelectualizar las cosas, a perderme en discusiones abstractas dentro de mi cabeza. En lugar de simplemente prestar atención a lo que está ocurriendo delante de mí, presto atención a lo que está ocurriendo dentro de mí.


Como estoy seguro que ustedes ya han caído en cuenta, es extremadamente difícil mantenerte alerta y atento en lugar de quedarte hipnotizado por el constante monologo que ocurre dentro de tu cabeza (quizás ocurriendo en este mismo momento). Veinte años después de mi propia graduación, paulatinamente he logrado entender que el cliché sobre las humanidades acerca de ‘enseñarte a como pensar’ es en realidad una abreviación para algo mucho más profundo, una idea mucho más seria: aprender a como pensar en realidad significa aprender a ejercer algún control sobre cómo y en qué piensas. Quiere decir, estar consciente y lo suficientemente preparado para elegir a que le prestas atención, y a determinar cómo construyes significado partiendo de la experiencia. Porque si no puedes ejercer este tipo de elección en tu vida adulta, vas a estar totalmente restringido. Piensa, en ese viejo cliché, acerca de la mente siendo un excelente sirviente pero un pésimo amo.


Este, como muchos clichés, tan enclenque y desalentador en la superficie, en realidad refleja una gran y horrorosa verdad. No es en lo más mínimo una coincidencia que adultos que cometen suicidio con armas de fuego siempre se disparan a sí mismos en: la cabeza. Ellos disparan al terrible amo. Y la verdad es que la mayoría de estos suicidados en realidad están muertos mucho antes de que hayan jalado el gatillo.


Y además, enuncio, que este es el verdadero valor, sin mierdas de por medio, que tu educación en humanidades esta supuesto a tratar: cómo poder mantenerte al margen de atravesar tu cómoda, prospera, respetable vida adulta, muerto, inconsciente, un esclavo de tu mente y de tu configuración natural predeterminada de estar únicamente, completamente, imperiosamente solo, día tras día. Esto quizás suene como una hipérbole, como sinsentidos abstractos. Seamos concretos. Es claro que ustedes, generación de graduados, no tienen la idea de lo que ‘el día a día’ realmente significa. Sucede que hay secciones completas, de gran parte de la vida adulta norteamericana de la que nadie habla en discursos de graduación. Una de estas secciones conlleva el aburrimiento, la rutina, y la simple frustración. Los padres y los otros adultos aquí presentes saben demasiado bien a que me estoy refiriendo.


Para trazar un ejemplo, supongamos que es un día adulto común y corriente, y te levantas de mañana, vas a tu siempre desafiante empleo de graduado de universidad en una oficina, y trabajas duro por unas ocho o diez horas, y al final del día estás cansado y algo estresado y todo lo que vos quieres es irte a casa y comerte una buena cena y quizás distenderte por una hora, y luego tirarte al colchón temprano, porque claro, tienes que levantarte al día siguiente y hacer todo esto nuevamente. Pero entonces te acuerdas que no hay comida en casa. Que no has tenido tiempo de ir de compras esta semana por causa de tu desafiante empleo, así que ahora, después de trabajar, tienes que meterte en el coche y conducir hasta el supermercado. Es el final del día de trabajo y el tráfico puede que esté: horroroso. Así que llegar a la tienda toma mucho más tiempo del que debiese, y cuando finalmente llegas allí, el supermercado está repleto de gente, porque por supuesto, es el momento del día en el que todas las otras personas que también tienen empleos tratan de zafar un poco y van a comprar víveres. Y el supermercado está espantosamente alumbrado, y ambientado con una muzzzika que destruye el alma, o con pop manufacturado, y en realidad es el último lugar del mundo en el que quisieras estar pero no hay manera de que entres y salgas rápidamente de él; tienes que deambular por todo los inmensos, confusos, y ultra-alumbrados corredores, para encontrar las cosas que necesitas, y tienes que maniobrar con tu miserable carrito alrededor de todas estas cansadas y apresuradas personas que también llevan carritos (et cetera, et cetera, cortando algunos detalles porque esta es una ceremonia muy larga) y eventualmente logras conseguir todas las provisiones que querías, excepto que ahora resulta que no hay suficientes cajeros abiertos, pese a ser la hora pico del final del día. Así que, la cola de pago es increíblemente larga, lo que te resulta estúpido y exasperante. Pero no puedes descargar tu frustración en la frenética mujer que trabaja en la caja registradora, que está siendo explotada en un trabajo cuyo tedio diario e intranscendencia sobrepasa la imaginación de cualquiera de los que nos encontramos aquí, en esta prestigiosa universidad.


Pero bueno, finalmente has llegado al frente de la cola de pago, y pagas por tu comida, y te dicen ‘Tenga un lindo día’ con una voz que es con certeza la voz de la muerte. Luego tienes que llevar los víveres en las desagradables y ligeras bolsas de plástico, en el carrito que justamente tiene la ruedita loca que avanza enloquecidamente hacia la izquierda, a través del aparcadero que está atestado, sucio y lleno de baches, y luego tienes que conducir toda la distancia que te separa de tu casa a través del lento, pesado e intenso tráfico de la hora pico, et cetera et cetera.


Todos aquí hemos hecho esto, por supuesto. Pero aun no ha sido parte de tu rutina oficial de graduado, día tras semana tras mes tras año.


Pero lo será. Junto a muchas otras lóbregas, fastidiosas, aparentemente insignificantes rutinas. Pero ese no es el punto. El punto es que mierdas pequeñas y frustrantes como esta van a ser las que te den el trabajo de hacer las elecciones adecuadas. Porque los embotellamientos de tráfico, los corredores empacados de gente y las largas líneas de pago, me dan tiempo para pensar, y si no tomo una decisión consciente sobre qué es lo que quiero pensar y a que le quiero prestar atención, estaré emputado y seré miserable cada vez que tenga que hacer compras. Porque mi configuración predeterminada dispone con certeza que, en situaciones como esta, todo gira en torno a mí. Todo es acerca de MI hambre, y MI fatiga y MI deseo de simplemente llegar a casa, y todo el mundo entenderá, que es el resto de la gente la que se mete en mi camino. ¿Y quiénes son todas estas personas metidas en mi camino? Y miren cuan repulsivos son todos ellos, y cuan estúpidos, y apáticos, y dejados, e inhumanos se ven en la cola de pago, o miren cuan fastidioso y rudo es que la gente hable en voz alta en sus teléfonos celulares en el medio de la cola. Y observen cuan profunda y personalmente injusto todo esto es.


O, claro, si estoy en el formato más socialmente consciente y humanista de mi configuración predeterminada, puedo usar mi tiempo en el tráfico de la hora pico estando completamente asqueado con todas las gigantes, estúpidas, bloquea-calles ,vagonetas deportivas y Hummers y camionetas de carga, quemando sus despilfarradores, egoístas, tanques de gasolina de 40 galones, y puedo apegarme al hecho de que los stickers de parachoques más religiosos y patrióticos siempre parecen estar en los vehículos más grandes, extremadamente repugnantes y egoístas, conducidos por los choferes más horrendos, radicalmente desconsiderados y agresivos. Y puedo pensar en cómo los hijos de nuestros hijos nos despreciaran por haber derrochado todo el combustible del futuro, y probablemente por haber destruido el clima, y por cuan maleducados y estúpidos y egoístas somos todos nosotros, y cuan mierda es la sociedad de consumo moderna, y así sucesivamente.


Entienden lo que digo.


Si decido pensar de este modo en una tienda y en la autopista, está bien. Muchos lo hacemos. No obstante pensar de esta forma tiende a ser algo tan sencillo y automático que no precisa ser una elección. Es mi configuración predeterminada natural. Es la manera automática en que atravieso las zonas aburridas, frustrantes y sobre-pobladas de la vida adulta, cuando actúo con la convicción inconsciente e involuntaria de que yo soy el centro del universo, y que son mis necesidades y sentimientos los que deberían determinar las prioridades del universo.


Lo que ocurre es obvio, hay modos totalmente distintos de pensar acerca de este tipo de situaciones. En medio de esta congestión, con todos los vehículos detenidos e inactivos en la vía, no es imposible pensar que alguna de esta gente en camionetas haya tenido un terrible accidente automovilístico en el pasado, y ahora hallen el conducir tan aterrante que sus terapeutas, derrotados, les han ordenado que compren una camioneta gigantesca para que así se puedan sentirse seguros al conducir. O que quizás, el Hummer que acaba de cruzarse delante de mí, puede estar siendo conducido por un padre que tiene a su pequeño hijo herido o enfermo en el asiento de al lado, y él está tratando de llevar al niño al hospital, y su urgencia es mucho más grande y legitima que la mía: en realidad yo soy el que está en SU camino.


Puedo también optar por forzarme a mí mismo a considerar la plausibilidad de que todos en las colas de pago del supermercado están tan frustrados y aburridos como yo estoy, y que algunos de estas personas tienen vidas más tediosas y dificultosas que la mía.


Les repito, por favor no piensen que les estoy dando lecciones de moral, o que yo diga que ustedes tengan que actuar de esta manera, o que todos esperan que ustedes actúen de este modo automáticamente. Porque es difícil. Implica esfuerzo y predisposición, y si te pareces a mí, algunos días no vas a poder hacerlo, o simplemente no vas a querer hacerlo.


Pero la mayor cantidad de días, si estás lo suficientemente lucido como para hacer una elección, puedes optar por ver de una forma diferente a esa mujer gorda, aletargada y ultra plástica que acaba de gritarle a su niño en plena cola. Es posible que ella, por lo general, no sea así. Quizás, ella se ha quedado las ultimas tres noches despierta, sujetando la mano del esposo, que esta muriendo de cáncer en los huesos. O tal vez esta misma mujer es la oficinista mal pagada que trabaja en el Departamento de Vehículos Motorizados, que justamente ayer ayudo a tu esposo a resolver un problema de papeleos horrorosos y exasperantes con una pequeña muestra de nobleza burocrática. Claro que es probable que todo esto no sea cierto, pero tampoco es imposible. Es simple, todo depende de que sea lo que tú quieres pensar. Si estás automáticamente seguro de saber que es la realidad, y funcionas en tu configuración predeterminada, entonces, tú, como yo, probablemente no consideres posibilidades que no son ni miserables ni molestas. Pero, si realmente aprendes a prestar atención, entonces sabrás, que hay otras opciones. En realidad va a estar en tus manos la posibilidad de hallar una situación, aburrida, caliente, atiborrada de gente, en sí, el infierno del consumo, no sólo como realidad valiosa, sino también sagrada, envuelta con la fuerza del fuego que hizo las estrellas: el amor, la camaradería, y la singularidad mística que todas las cosas tienen en el fondo.


No que lo místico sea necesariamente verdadero. La única Verdad con V mayúscula es la que determina que tú eres el que decide de qué manera vas a tratar de ver las cosas.


Adscribo, que esta es, la libertad de una educación verdadera, de aprender a como ser una persona bien ajustada. Tu puedes decidir conscientemente que es lo que cobra importancia y que no. Tú decides a que le veneras. Porque en las trincheras del día a día de la vida adulta, no existe algo que en realidad sea llamado ateismo. No existen aquellos que no practican la adoración. Todo el mundo venera algo. La única elección que nos queda es la de: ante que nos prostramos. Y la única razón por la que uno se siente forzado a escoger a algún tipo de Dios o cosa espiritual para adorar – ya sea JC o Alá, sea G-OVA o la Diosa Madre Wicca, o Las Cuatro Nobles Verdades, o algún principio ético inviolable- es que en definitiva cualquier otra cosa que decidas adorar, va a comerte vivo.

Si adoras el dinero y las cosas materiales, si estos son, en los que tú encuentras verdadero sentido para tú vida, entonces nunca tendrás suficiente de estos, nunca vas a sentirte satisfecho. Es la verdad. Si veneras tu cuerpo y la belleza y la atracción sexual, siempre te sentirás feo. Y cuando el tiempo y la edad empiecen a mostrarse, te vas a morir un millón de veces antes de que finalmente la gente te llore. En cierto modo, todos nosotros ya sabemos esto. Este conocimiento ha sido codificado como mitos, proverbios, clichés, epigramas, parábolas; el esqueleto de cualquier cuento formidable. El truco de todo esto es aprender a sostener la verdad en la ética de todos los días.


Si adoras el poder, terminaras sintiéndote frágil, y con miedo, y siempre necesitaras más y más poder sobre el resto para poder sosegar tus propios miedos. Si adoras tu intelecto, y disfrutas que te vean como el inteligente, terminaras sintiéndote estúpido, un fraude, siempre a punto de que lo descubran todo. Pero lo engañoso de estas formas de adoración no es que estas sean malignas o pecaminosas, sino más bien que son inconscientes. Son configuraciones predeterminadas.


Estos, son el tipo de cuasi-religiones en las que gradualmente uno se desliza, día tras día, haciéndose uno, más y más selectivo sobre lo que ve, y cómo evalúa el beneficio de las cosas sin realmente estar completamente consciente de que eso es lo que uno está haciendo.


Y la supuesta vida real no te va a disuadir de que operes con tu configuración predeterminada, porque la supuesta vida real de hombres y dinero y poder sigue adelante silbando y tarareando contenta en la piscina del miedo y la rabia y la frustración y la angustia y la adoración del ser. En la actualidad, nuestra cultura ha domesticado estas fuerzas de modo que rinden una riqueza extraordinaria y comodidad y libertades individuales. La libertad de que todos seamos amos de nuestros reinos craneales, solos en el centro del universo. Este tipo de libertad, tiene muchas características que la hacen atractiva. Pero obviamente existen diferentes tipos de libertad, y la libertad que es más valiosa no va a ser mencionada en el gran mundo de la ambición, y el éxito, y la ostentación. El tipo de libertad que es crucialmente importante precisa de atención, y disciplina, y lucidez, y la verdadera capacidad de ser alguien que se preocupa por otras personas y que puede sacrificarse por ellas una y otra vez, cada día, de una innumerable cantidad de maneras que no son nada atractivas.

Esa es la verdadera libertad. En eso consiste adquirir una educación, y comprender como pensar. La alternativa es la inconsciencia, la configuración predeterminada, la competición descarnada, la sensación que te carcome constantemente, de haber tenido, y perdido, un algo infinito.


Yo sé, que esto que digo, probablemente no suena divertido, ni alegre, ni grandiosamente inspirador, del modo que un discurso de graduación esta supuesto a sonar. Lo que sí es, al menos desde mi perspectiva, es una Verdad con V mayúscula, con un set completo de sutilezas retoricas adheridas. Por supuesto que tú, eres libre de sacar las conclusiones que desees. Pero, por favor, no lo descartes como un discursillo o sermón de un Doctor cualquiera. Nada de esto es acerca de lo moral o lo religioso o lo dogmatico o sobre cuestiones presuntuosas acerca de la vida después de la muerte.


La Verdad con V mayúscula es sobre la vida ANTES de la muerte.


Es acerca del valor real que posee una educación verdadera, la cual tiene muy poco que ver con el conocimiento, y mucho que ver con estar consciente, consciente de que es lo verdadero y lo esencial, a simple vista tan escondidos por todas partes, todo el tiempo, tanto, que precisamos recordarnos a nosotros mismos una y otra vez:


‘Esto es el agua’


‘Esto es el agua’


Esto es inimaginablemente difícil de hacer, mantenerte consciente y vivo en el mundo adulto, día tras día. Lo que significa que otro cliché también termina siendo cierto: tu educación ES el trabajo de una vida. Y este comienza: ahora.


Les deseo más que buena suerte.

19.6.09

David Foster Wallace: Discurso de graduacion en Kenyon College

  • A continuación el discurso que dio David Foster Wallace en un acto de graduación en el 2005. He buscado el mismo discurso en la red, y halle algunas traducciones, ninguna completa, por lo que me adjudique la labor de traducirla por completa. En realidad son siete hojas carta, así que me tomara un par, o trío de posts, sobre el mismo asunto, está es la primera entrega.

  • La traducción la he tratado de cuidar mucho. He usado palabras como cerradez o mierdística, que sé, no existen en castellano, tampoco en inglés, sin embargo parte de la magia de Foster Wallace es justamente el lenguaje inventado y las oraciones interminables. Debo confesar que me tomo mucho tiempo traducir esto.

Este discurso de graduación fue dado el 21 de Mayo del 2005, en Kenyon Collage en Gambier, Ohio.


(Si a alguno de ustedes les gusta transpirar [tose], les aconsejo que lo hagan, porque estoy seguro que yo si lo haré. De hecho, yo voy a hacerlo [masculla mientras estira su toga y saca un pañuelo del bolsillo].) Saludos [‘padres’?] y felicitaciones a la clase de graduados de la generación 2005. Estos dos jóvenes peces nadaban juntos por ahí, y sucede que se encontraron con un pez adulto que nadaba en la otra dirección, este hace una venia y les dice “Buenos días muchachos. ¿Como está el agua?” Y los dos jóvenes peces nadan un poco, por un rato, y eventualmente uno de ellos mira al otro y le pregunta “¿Qué demonios es el agua?”


Este es un momento estándar en los discursos de graduación en Estados Unidos, el despliegue de un pequeño y didáctico cuento párabol-istico. El cuento [‘la cosa’] resulta ser una de las mejores, menos mierdísticas convenciones del género literario, pero si vos estás preocupada porque yo me presente a mi mismo como, el viejo y sabio pez, explicándoles que es el agua a los peces jóvenes, por favor, no estés. No soy el viejo y sabio pez. El objetivo del cuento sobre peces se simplemente el más obvio, las realidades más importantes, son con frecuencia, las más difíciles de ver y explicar. Enunciando como una frase clara y concisa, es obvio que esta es una banalidad insípida, pero es un hecho que en las trincheras del día a día de la existencia adulta, las banalidades insípidas pueden cobrar una importancia de vida o muerte, o por lo menos es lo que deseo sugerirles en ésta mañana seca y encantadora.


Por supuesto que el principal requisito de este tipo de discursos, es el que supone que yo tenga que hablar del significado que tiene su educación en humanidades, tratando de explicar porque el titulo que están a punto de recibir tiene sobretodo, valor humano, y no sólo una recompensa material. Así que hablemos del cliché más penetrante y común de los discursos de graduación, el cual implica que, una educación en humanidades no consiste tanto en llenarte por completo de conocimiento, sino más bien en “enseñarte a como pensar.” Si vos eres como yo era de estudiante, nunca te ha gustado escuchar esto, y tiendes a sentirte insultado cuando alguien afirma que necesitabas que alguien te enseñe a pensar, particularmente por el solo hecho de que el haber sido admitido a una universidad tan buena como esta parece ser prueba suficiente de que vos ya sabes como pensar. Pero yo voy a afirmarte que el cliché sobre humanidades no resulta ser tan insultante, porque la asombrosa educación sobre como pensar que estamos supuestos a adquirir en un lugar como este, no es realmente sobre la capacidad de pensar, sino más bien la elección del tema sobre el que queremos pensar. Si tu completa libertad de elección con respecto a lo que escoges sea el objeto de tu pensar parece ser tan obvio que es una perdida de tiempo discutirlo, te pediría que pienses acerca de los peces y el agua, y que pongas entre paréntesis, por unos minutos, tu escepticismo acerca del valor de lo completamente obvio.


Les presento otro pequeño cuento didáctico. Están estos dos hombres sentándose juntos en un bar en la remota yerma Alaskina. Uno de ellos es religioso, el otro ateo, y los dos discuten sobre la existencia de Dios con esa especial intensidad que uno tiene después de aproximadamente la cuarta cerveza. Y el ateo dice: ‘Mira, no es que yo no tenga razones reales por las que no deba creer en Dios. No es que yo no haya alguna vez experimentado con toda la cuestión de Dios y de rezar. Sin ir lejos, el mes anterior quede atrapado lejos del campamento en esa terrible tormenta de nieve, y estaba completamente perdido, y no podía ver absolutamente nada, y estábamos como a cuarenta y cinco grados bajo cero, así que trate: caí sobre mis rodillas en la nieve y grite a los vientos ‘Oh, Dios, si hay un Dios, estoy perdido en esta tormenta de nieve, y voy a morir si tu no me ayudas.’ Y ese momento en el bar, el tipo religioso, perplejo, mira al ateo. ‘Bueno, entonces vos debes creer ahora,’ le dice, ‘después de todo, estás aquí, vivo.’ El ateo simplemente vuelca los ojos. ‘No, hombre, todo lo que paso, fue que un par de Esquimales pasaban por ahí y me mostraron el camino de regreso al campamento.’


Es sencillo pasar este cuento a través de un análisis humanístico estándar: la misma experiencia puede significar dos cosas completamente diferentes para dos personas distintas, dado que ambas personas tienen marcos de creencias propios y formas por las cuales construyen significado desde sus experiencias. Porque nosotros valoramos la tolerancia y la diversidad de credos, de ninguna manera, en nuestro análisis humanístico, queremos afirmar que la interpretación de uno de ellos es verdadera y la del otro tipo falsa o mala. Lo que está bien, exceptuando que tampoco hablamos en ningún momento del origen de estos marcos y creencias individuales. Quiero decir, ¿el origen interno de estos? Como si la perspectiva más básica que uno tiene del mundo, y el significado que cobran sus propias experiencias, estuviesen de algún modo instalados dentro de uno, de la misma forma que la altura o el tamaño del pie; o son adquiridas automáticamente de la cultura propia, como el lenguaje. De modo que la forma en que construimos significado no sea en realidad una cuestión de elección personal, deliberada. Además, nos encontramos con toda la cuestión de la arrogancia. El tipo que no es religioso, cree estar absolutamente acertado en su rechazo a la posibilidad de que el pasar de los esquimales haya tenido algo que ver con sus rezos y suplicas. Es cierto, también hay mucha gente creyente que puede portarse arrogante y determinada en sus interpretaciones. Ellos son probablemente más repulsivos que los ateos, por lo menos para la mayoría de nosotros. Pero el problema de los dogmaticos religiosos es exactamente el mismo que el del no creyente del cuento: una certeza ciega, una cerradez de la mente que se equipara con un encarcelamiento tan absoluto que el prisionero ni siquiera sabe que está encerrado.

El punto es, que yo creo que todo esto es una parte de lo que ‘enseñarme a como pensar’ realmente significa. A ser un poco menos arrogante.
A tener algo de consciencia crítica sobre mí mismo y mis certezas. Porque el mayor porcentaje de las cosas sobre las que tiendo a tener absoluta seguridad están, en efecto, totalmente equivocadas y son falsas. He aprendido todo esto de la manera difícil, como predigo que ustedes graduados, también lo harán.

2da parte…

16.6.09

Zoetrope: All-Story: The Latin American Issue

La última edición de la revista literaria Zoetrope está dedicada a nuevos autores latinoamericanos. Editada por Diego Trelles Paz y Daniel Alarcón, nuevos autores peruanos, aunque viven en Estados Unidos, y Daniel escribe casi exclusivamente en inglés. También cuenta con un invitado de diseño de lujo, Guillermo del Toro.



Me llamo la atención que un boliviano, Rodrigo Hasbún, tenga un cuento en esta antología, Familia. Que por cierto es uno de los mejores cuentos de la colección. Un deambular amorfo y sin rumbo en el desandar de un hombre adulto y su hija, una mirada más bien melancólica y absurda, introspectiva, ausente, y sobretodo circular. Hay otros cuentos que me gustaron mucho, no todos son buenos. Me gustaría leer más cosas de Hasbún, pero como siempre, conseguir cosas de Bolivia, es complejo, pero al parecer pronto estará publicando una novela en Alfaguara, El Lugar del Cuerpo.

Creo que algunos autores merecen especial mención, y además pienso seguirles el paso. Carolina Sanín, colombiana, (¿Por qué será que las Carolinas tienen tan buena imaginación?), su cuento La Hija del Revisor me recordó a Cortázar en La Autopista del Sur, un cuento fabuloso, sobre estaciones y círculos, viajes, y muchas ventanas. Sin duda su prosa no es forzada, hay otros autores en esta antología que se forzaron un poco, Carolina, es más bien original, y encuentra su propia voz.

Ronaldo Menéndez, con Menú Insular, un escritor cubano, que ofrece una fotografía bastante alegórica de la Cuba de principios de los 90, ¿o quizás también de la actual? ¿o quizás, Cuba siempre es así?, el humor de Ronaldo es crudo, aunque también puede estar hablando de muchas otras cosas. El hambre es siempre un artificio metafórico muy fuerte. 'Vi mi boca y mis tripas, vi tu boca llena, y sentí vértigo y lloré, porqué mis ojos habían visto ese referente secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los isleños, pero que ningún isleño desde hace largo tiempo ha visto: el increíble Menú Insular.'



La uruguaya Inés Bortagaray, pese a presentar el cuento más corto de la colección, A la Mesa, ofrece mucho. Quisquillosa, traviesa, cómplice, sensata, honesta, todas, son cualidades del cuento, en un dos por tres te quieres meter bajo la mesa, y ser otra vez niño, atarle los cordones de los zapatos a tus tíos, morderle la pierna a alguna prima odiosa, en sí, te provoca unas ganas locas de salir al parque, y eso, no muchos cuentos pueden lograr, al menos no en tan pocas palabras.

Los cuentos del argentino Patricio Pron, La Cosecha, y del chileno Alejandro Zambra, Fantasía. Son, a mi parecer, los mejores de esta antología. En La Cosecha, penetramos geografías, enfermedades, marginalidad, desesperación, desilusión, desencanto, tragedia, todo, en una serie de fotografías literarias muy bien realizadas. Alejandro Zambra, escribe sobre un tema muy poco explorado en la literatura latinoamericana, la homosexualidad, la aventura y la cuajada rutina son los otros lados de una aventura más bien jovial y liberada, esa rutina que siempre lo invade todo, y que puede victimar los sueños.

Slavko Zupcic, un psiquiatra y escritor, nos ofrece Asamblea los Martes. Imagino que ser psiquiatra, y tener amor por las letras son un combo que raya en lo alucinante, Antonio Lobo Antunes es el mejor ejemplo de esta afirmación que hago, el cuento de este venezolano me dejo bastante impresionado, las imágenes son muy vivas, y creo que el narrador es en realidad un ezquisofrenico, y sigo pensando en ello.

Los dibujos, son de Guillermo del Toro.