‘Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven.’
José Saramago es un escritor universal, de eso no hay duda alguna. Leí su novela Ensayo Sobre la Ceguera hace aproximadamente dos años y creo que recién ahora estoy preparado para hacerle un pequeño tributo. Es cierto, me tomo muchísimo tiempo hacer un análisis exhaustivo de la novela, y creo que lo seguiré haciendo, después de todo siempre es prudente decir ‘es muy pronto para sacar conclusiones.’
En su Ensayo Sobre la Ceguera, José Saramago presenta la fragilidad que existe en la estructura social elaborada y adaptada por países de occidente y perseguida e idealizada por el resto de los países. Miedo, terror, vergüenza, frustración, aislamiento y desolación son algunos de los factores que aceleran el colapso de un sistema que es por su propio mérito complejo e ineficiente. Sin embargo Saramago no busca que uno, sólo encuentre defectuoso el sistema desde un punto de vista material sino más bien que uno pueda desarrollar y ampliar este análisis a un nivel metafísico.
¿Debe acaso entenderse la novela como una metáfora crítica a nuestra realidad? ¿Acaso la ceguera nos domina? ¿Somos quizás ciegos, que viendo, no vemos? La sociedad occidental y su racionalismo, productos de la Ilustración y los avances tecnológicos de los últimos dos siglos han alcanzado un nivel de abstracción nunca antes imaginado. El materialismo y la solidificación de estructuras políticas, económicas culturales y sociales han desarrollado en nosotros una visión más bien geométrica y simplista en la que se recurre a la indiferencia y al olvido como llaves de un supuesto futuro pacífico, organizado, desarrollado y supuestamente confortable. Saramago hace hincapié en cada uno de estos puntos y desarrolla una magnífica novela en la que el lector pasa a ser uno más de los ciegos, protagonistas de la misma. Es cautivante el estilo de la novela en la que los diálogos y nombres propios de los protagonistas son inexistentes desorientándonos y cegando así nuestra propia capacidad de reconocerlos. No obstante, es necesario que el análisis aquí presentado sea enfocado y limitado a algunos de los temas que más presencia tienen en la novela, y que de un modo u otro pueda yo dar paso a la comprensión de lo explorado por la misma, entre estos se encuentra el miedo, algunas de sus variaciones y las consecuencias provocadas por este.
El miedo está presente en cada rincón de la novela, desde los primeros párrafos en los que el primer ciego siente miedo y descontrol al hallarse invidente e impotente, hasta los últimos momentos en los que los ciegos a pesar de recobrar la vista tienen miedo a la realidad. Una de las formas en la que el miedo se presenta en la novela y que tiene consecuencias inmediatas y de largo plazo para la sociedad de Ensayo Sobre la Ceguera es sin duda el miedo político. En cierto modo este miedo será primeramente abusado por el gobierno para restar libertades a los individuos e incrementarse poderes a si mismo. Por la velocidad de la novela el atemorizado será luego el gobierno puesto que el colapso es inminente y nuevamente se recurrirá a la represión y al abuso de poder. Es cuando el miedo se hace universal que la sociedad colapsa y la anarquía caótica reina.
Debido a las necesidades de la novela, el análisis aquí presente no es completamente presentado por Saramago sino más bien deriva de lo que yo creo es pertinente mencionar y ampliar. Corey Robin, un gran profesor de ciencias políticas norteamericano, nos dice que los líderes de una nación o ciudad tienen la capacidad de definir a que o a quienes la sociedad debe de temer. En la novela este tipo de poder es ejercido de una manera autoritaria y absoluta, el gobierno se reserva el derecho de aislar, maltratar y discriminar a los afectados por la ceguera bajo la premisa de garantizar la seguridad para el resto de la sociedad. Es posible asumir que los ciudadanos del país, extremadamente atemorizados por la naciente epidemia, y que aun no hayan sido afectados por la misma se muestren dispuestos a perder sus libertades y derechos para así sentirse protegidos. Al mismo tiempo el gobierno crea para los afectados por la enfermedad una identidad que los aísla y diferencia del resto de la sociedad. Como nos decia Simone de Beauvoir, ‘la categoría de lo Otro es tan original como la conciencia misma. En las sociedades más primitivas, en las mitologías más antiguas, siempre se encuentra un dualismo que es el de lo Mismo y lo Otro… Ninguna colectividad se define jamás como Una sin colocar inmediatamente enfrente a la Otra.’ En la novela, los ciegos pasan a ser los Otros, es decir a esta minoría (luego mayoría) se le atribuye una identidad diferente a la oficial. Nadie parece estar en desacuerdo con las medidas que tome el gobierno puesto que sólo afectaran a los Otros y no a los Mismos, siendo los Mismos todos aquellos que no puedan ser marginados debido a que no cumplen las exigencias de identidad de los Otros.
La existencia de los Otros es necesaria no solamente en la novela, sino en todas las estructuras sociales. ‘Para el nativo de un país, los habitantes de los países que no son el suyo aparecen como «extranjeros»; los judíos son «otros» para el antisemita, los negros lo son para los racistas norteamericanos, los indígenas para los colonizadores’ y para la sociedad creada por Saramago lo son los ciegos. Aunque estos pasan a ser una mayoría debido a la velocidad con la que avanza la novela y por las otras connotaciones metafóricas que la novela pretende alcanzar. Es más realista pensar que en el día a día estos Otros pueden ser minorías como en el caso de sectas religiosas, inmigrantes o grupos étnicos; o mayorías como es el caso de la mujer, en casi todas las sociedades, o grupos indígenas en ciertas sociedades. Los Otros son discriminados, marginados y limitados, las estructuras sociales crean por medio del miedo político mecanismos por los cuales su identidad es una amenaza a la estabilidad y a la estructura social y por tanto su marginación, limitación y discriminación es absolutamente justificada.
En la novela el gobierno dicta: ‘El Gobierno lamenta haberse visto obligado a ejercer enérgicamente lo que considera es su deber y su derecho, proteger a la población por todos los medios de que dispone en esta crisis por la que estamos pasando’ Estas son quizás las palabras que cualquier gobierno usaría para justificar las medidas que toma, y para invadir la privacidad y eliminar las libertades establecidas. En consecuencia, Saramago claramente nos dibuja una situación en la que libres ciudadanos de una sociedad que suponemos democrática va autodestruyéndose y redefiniendo sus identidades y roles. Y así es como nuestras estructuras sociales no sólo aceptan, sino también exigen y agradecen: genocidios, torturas, desaparecidos, eutanasias, discriminaciones, racismos, y muchos otros que son justificados como medidas de seguridad para salvaguardar la identidad y la nación. Es además primordial entender que el miedo con la magnitud y densidad, adquiridas por las circunstancias, puede justificarlo todo. Uno de los protagonistas de la novela claramente nos dice, ‘no se acuse, fueron las circunstancias, aquí todos somos culpables e inocentes, peor, mucho peor fue lo que hicieron los soldados que nos vigilan, y hasta ésos podrán alegar la mayor de todas las disculpas, el miedo.’
Thomas Hobbes planteaba que todos los hombres son naturalmente libres, y que es en absoluto dominio de su libertad que estos acceden a perder algunos de sus derechos y libertades para formar una sociedad. Hobbes también deduce que todos los hombres que firman el supuesto contrato social también lo firman en nombre de las generaciones posteriores que ellos engendren. Aceptamos este pensamiento junto al de John Locke como racionales, estos forman las bases de la sociedad occidental, y están siendo o han sido aplicados a otras sociedades. Ensayo Sobre la Ceguera muestra con un crudo realismo la fragilidad de nuestro sistema, contratos sociales son irrelevantes cuando cada individuo sólo observa su propio bienestar y seguridad y cuando el miedo se hace absoluto, causando que las estructuras se hagan irrelevantes. El contrato social sólo refleja el compromiso del individuo para con el Estado o el gobierno, la inexistencia de un contrato comunal que sea capaz de redefinir compromisos entre unos y otros individuos es primordial. Gabriel García Márquez nos muestra en Cien Años de Soledad que quizá la aceptación del contrato social con los gobiernos y la creación de estructuras sociales sea la causa del colapso, José Arcadio Buendía se apresuraba a rehusar la entrada del gobierno a Macondo ‘En este pueblo no mandamos con papeles… Y para que lo sepa de una vez, no necesitamos corregidor, porque aquí no hay nada que corregir.’
(Continuara)
7 comentarios:
¡¡¡Gran oppening del blog "Aquelarre de brujas"!!!
Comentarios en la segunda parte ;)
Interesante resena del libro. no lo conocia, asi que me lo comprare. interesante blog. te estare visitando.
Saludos para vos
Columba
El libro es genial... uno de mis preferidos despúes de este es también de saramago... Ensayo sobre la lucidez.. lo recomiendo! =D
sigo paseando por tu blog!
Guayaramerín: Gracias por la visita. El libro no te lo puedes perder, si no lo encuentras y no te molesta leerlo en tu pantalla o imprimirlo me avisas y te lo mando en pdf.
Lacholita: Ensayo sobre la lucidez, anotado, y en dos años vuelvo con reseña. Jajaja. Gracias por la visita.
Al fin me pude dar un tiempo para leerte como quería. Saramago, el Ensayo a la Ceguera, fuuuu demasiado por masticar. Voy:
Respecto a lo que planteas de Robin me animo a especular sobre los líderes, si bien son quienes detentan el poder, se me ocurre que es precisamente (y en un inicio) el mismo poder quien actua de esa manera. Sabido es que los regimenes que comportan un orden establecido proceden a poner en retiro al “anormal”, precisamente con el espíritu de escapar de su propio cuestionamiento como regímenes, es el problema de la filosofía política, a la que tanto enrostra Heidegger, incluso desde Nietzche. Y en esa misma lógica, como bien refuerzas con la gran de Beauvoir, es necesaria la presencia del otro, del extraño, del ajeno, eso mismo es lo que empodera al orden, el terror del “normal” (entiéndase del promedio, de quien comporta/aporta el/al orden), son necesarios, en su cancelación, pero son necesarios. Al núcleo de este orden está, siempre, el poder.
Al narrar Saramago la proliferación de los otros, es decir la salida del orden de todos, de forma acelerada (por la narrativa, como mencionas) se pone en riesgo y en evidencia el orden, el poder, ahí lo especulativo de la novela pero, como dices, eso solo pasa en la novela. Bastantes dispositivos inmunitarios de comportamiento tenemos insertados como para transgredir lo normal/lo normativo.
Y, claramente, la novela lo dice y tu lo expresas con claridad, aparece el Estado de Excepción, una de las principales aporías de la democracia, que es que la misma utiliza sus propios mecanismos para ponerse en suspenso, es decir: para violarse a sí misma. La delgada línea entre el Estado de Excepción (“democrático”) y el Totalitarismo. Hermoso el cierre, con el buen coronel Buendía. ¿a quién vamos a entregarles nuestras facultades?¿cuánto de nuestra libertad vamos a ceder en su propio nombre? ¿con las dinámicas de las sociedades, cada cuanto hay que renovar el contrato?. A veces, esta vez, parece que estuvieramos hablando de nosotros mismos. Gran Saramago.
Muchas gracias por el aporte. Encontré tu primera parte, y la segunda.
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