6.5.08

Prisionero del Tiempo

Si abro un recuerdo y miro para atrás
justo cuando era niño o más allá,
tengo tantas canciones por decir
pero a veces no encuentro ni un rastro de mí.


La conocí en un sueño, porque es solamente a través de los sueños que uno puede conocer a los habitantes del futuro. No podía ser de otra forma. Me costaba atar las telas de colores que inundaron mi noche, me costaba ante todo reconstruir el rostro que había habitado mi sueño, y que me decía, que levante mis alas, que me agarre fuerte de la esperanza y me lance al mar. Esa noche desperté totalmente confundido, se que fue un sueño, pero parecía tan real. Mi cuerpo se encontraba en una zona distante, un lugar que nunca conocí, pero en el que me sentí cómodo y bienvenido, supe sin saber que estuve ahí antes, en un tiempo remoto a veces pasado y también futuro. En un espacio desconocido y mío. En un desarmado y disonante entretejer de conjeturas y conclusiones que lentamente recorría, tocaba tácitamente, y poco a poco, reconocía.

La encontré recostada en una banqueta tomando el sol a la orilla del mar. Tenía los brazos cruzados detrás de la nuca, haciendo de almohada, vestía una camiseta anaranjada, jeans y sandalias rojas, dormía. Me acerque lentamente, y la observe, sentí paz al verla, y tuve ganas de recostarme cerca suyo y tomar el sol. La brisa nos inundaba con ese olor salado tan particular del mar. De pronto se despertó, y me miro, al principio asustada, pero pronto se dio cuenta que yo no le haría daño, entonces le dije que hacía un lindo día y que sentía mucho el haberla despertado, que se veía muy tranquila ahí recostada. Sonrío, y me dijo que si, que el día era genial, que no me preocupase por haberla despertado. Como te llamas, me pregunto, le dije que no importaba, que yo era tan sólo un habitante de la soledad, y que no sabía exactamente en que lugar me hallaba y necesitaba ayuda para encontrar una ruta de retorno. Se puso de pie, y empezamos a charlar, la reconocí instantáneamente, supe que ella era ella.

Pronto nos encontramos caminando en la playa, me quite los zapatos, y podía jugar en la arena con mis dedos. Estuvimos hablando de todo y de nada, de los sueños, de la soledad, del silencio, de la nostalgia, de los temas que han sido siempre motivo de elucubraciones y divagaciones profundas. Pasaron las horas rápidamente, reconocía algunos de mis pensamientos en sus palabras, antes de que los piense, y creo que ella sintió algo similar, pero a ratos yo solía enfrascarme en pensamientos absurdos, y nos perdíamos el uno al otro. Disfrute mucho de su compañía, y de pronto sentí que pertenecía a ese lugar, lo difuso se tornaba más claro, reconozco que fue un momento fantástico, en extremo ideal, pero tan real que podía morderlo y saborearlo, tocarlo y apretarlo contra mi pecho. Te conozco de muchas vidas, le dije, y sonrió. Lo sé, me respondió. Siempre la estuve buscando, aunque nunca supe hallarla, encontré en su mirada respuestas a miles de encrucijadas, y de pronto todo lo que nos rodeaba cobro sentido… sus ojos de ocaso y su sonrisa lejana, trazaron un mapa incierto, una ruta desparramada, y a pesar de que suene insensato, la quise.

Era sábado por la mañana y el sueño había sido muy placentero, pero de pronto sentí mucha nostalgia. Caminante, no hay camino, solía decirme a mi mismo, pero me era muy difícil hacer camino, sigue siendo un reto constante el tratar de poner bien los pies sobre la tierra, despejar la mente, despegar un poco del suelo, sacudirme, despertarme, mirar delante mío y andar haciendo camino. Es absurdo a veces pensar que deambular por el universo nos llevara a algún lugar. No creo que nadie sepa con certeza que es lo que realmente va a encontrar, aunque si es posible que se tenga una vaga idea de lo que se busca. Esa mañana supe que mi sueño dijo todo lo que precisaba saber, aunque todavía me era muy difícil entenderlo, y no poder recordarlo todo con nitidez complicaba las cosas.

Estuve visitando algunos blogs y encontré uno que me gusto mucho, lo escribía Sypave, me gusto mucho su nick puesto que en la mitología guaraní corresponde al nombre de la primera mujer. La visite varias veces, pero sólo comente semanas después de haberlo encontrado. Me impresionaban mucho sus cuentos, su forma de escribir, como acomodaba las palabras, pronto empezó también a visitarme. En uno de sus comentarios me dijo, ‘Zurvan: me gustan mucho tus cuentos, a veces siento que los escribiste para mí’. Le respondí que en un mundo de infinitos todo era posible, y que las cosas escritas no responden a sentimientos particulares, sino al afán de entregarle algo a alguien en particular o a un grupo de gente, pero que los autores no son necesariamente conscientes de quien es ésta persona, y que si le apetecía le regalaría un cuento. Poco a poco fuimos desarrollando una relación bastante interesante, ninguno de los dos sabía el nombre del otro, y sin embargo a pesar de desconocer las realidades de vida, yo sentía que la conocía.


Miro el rompecabezas y no sé
si perdí alguna pieza o estoy bien,
puede calmarse un poco este loco de atar
si me miran tus ojos en esta inmensidad.


Nos pusimos de acuerdo para chatear en el mensajero de Windows. Así supe que vivíamos en el mismo país, y que en diferentes momentos de nuestras vidas habíamos vivido en las mismas ciudades, aunque ahora nos hallábamos en lugares diferentes. Tan pronto empecé a hablarle, reconocí en sus letras, las palabras que habían habitado mi ya lejano sueño, y se lo dije. Me pregunto más cosas acerca de mi sueño, que se lo contara con detalle, después de hacerlo hubo un momento de silencio en la pantalla. Un jijiji le siguió… me dijo que ella tuvo el mismo sueño, que ella vestía una camiseta anaranjada, sandalias rojas, y jeans, y que luego camino con alguien en la orilla del mar. Yo me quedé totalmente anonadado, estupefacto, completamente idiotizado, ¿era esto posible?, ¿se pueden transgredir los sueños?, ¿podían dos personas tener el mismo sueño? Nada tenía sentido, y sin embargo todo era más claro, respondí con risas, con wiii’s y yupi’s, y muchos signos de interrogación.

Dieron las 7:00 PM y me dijo que se iba a dormir, que había sido un día muy largo, y que sería un gusto el que nos encontremos al día siguiente. ¿Dormir? le pregunte. Si recién es las siete. ¿Qué cosa? me dijo, es la 1:00 AM. Ninguno de los dos comprendía lo que sucedía. Hoy es martes ocho de enero del 2008, son las 7:00 PM, afirme. Para mí, es la una de la mañana y ya es miercoles, dijo ella. Creí que estaba en un sueño, me pellizque, salte un poco, corrí al baño y me eche agua en la cara, ella tampoco lo podía creer, me pregunto si estábamos en un sueño. Y no supe responder. No supe que decirle, excepto que si lo era, entonces era el sueño más bizarro que había tenido nunca. Respondió con risas, y signos de interrogación. Quedamos en encontrarnos al día siguiente, y se fue a dormir.

No pude dormir en toda la noche, no entendía lo que pasaba, me preguntaba si me despertaría en algún momento. Busque en la basura, quizás comí algo, pero no encontré nada. Arroje mi cajetilla de cigarrillos en el bote, quien sabe fume algo raro. Luego me quede contemplando el techo toda la noche. Al día siguiente, al regresar de mi trabajo, entré al chat, y ahí estaba ella. No había sido un sueño. Todo era tan increíble. Efectivamente ella vivía en el futuro, a seis horas de diferencia. No podíamos explicarlo, mi mundo seguía girando, y ella sabía que su mundo también seguía adelante. Incrédulos decidimos no abandonar este nivel de realidad… ¿realidad?

Hemos aprendido a vivir con ello, hablamos por muchas horas durante la semana. Se de su sensibilidad extrema y su lágrima fácil, le he confesado algunos miedos y pasiones, poco a poco hemos ido adentrándonos el uno en el otro, vamos conociéndonos. Pero sin embargo es imposible conocernos por completo. Todavía no se han creado las maquinas del tiempo. Y si bien un día compartimos el mismo sueño, ninguno de los dos puede tener la certeza de que ocurrirá nuevamente ¿que traerá el futuro?


En esta inmensidad a la que llaman tiempo,
en esta inmensidad donde vamos viviendo
te encontré frente a frente y no,
todavía no lo entiendo,
como fue tanto tiempo sin poderte tocar.


Debo confesar que es difícil habitar un tiempo inexistente. Que algunas noches cuando no concilio dormir, salgo corriendo de mi casa, tratando de alcanzarla, pero todo es inútil, el tiempo nunca se detiene, y jamás seré más rápido que la luz. No soporto los momentos en que el recuerdo de mi sueño se hace borroso, siento que la pierdo, y rápido me dispongo a dibujarla con palabras, a describirla en poemas destartalados, y en frases cursis que poco a poco van poblando las solapas del libro de turno. A veces, siento que los sueños son como la arena del mar, uno trata de retenerlos y darles forma, más estos se escurren, y los granos inefables como los recuerdos yacen inertes, mueren súbitamente, y se confunden con el viento.

Busco razones, más no las encuentro, todo es absurdo. Soy como el musgo que crece en un muro, no tengo raíces, pero crezco. Ella le ha dado otras tonalidades a mi vida. Cuando estamos juntos habitamos un espacio inexistente. Es cierto que a veces la recuerdo como en mi sueño, pero realmente no se si ella es así, después de todo nunca la he visto. Ella tampoco me conoce, excepto por el sueño que tuvo de mí y conmigo. Sin embargo creo también que los sueños pueden a veces hacerse realidad, que lo proyectado en ellos, es la esencia de lo que somos, o la esencia de lo que añoramos ser, el potencial de nosotros mismos. E incluso si no somos como soñamos serlo, vale la pena saltar al río y aprender a remar, es mejor que ser tan sólo un espectador más, en mi caso prefiero morir ahogado.

En este mundo de soledades profundas, y realidades nefastas, la mía es una más. Soy Zurvan, paradójicamente tome el nombre del dios del tiempo en la mitología persa. Sin embargo soy prisionero del reloj de arena, los tic tacs de mi presente no me permiten saltar y conocerla. Pero no he abandonado a la esperanza. Espero ansioso el barco o nave que me lleve al futuro, recorro todas las bibliotecas y sitios de la red, que ofrezcan una luz mínima, un pedazo de nitidez en esta borrosa sensación de vida. No tengo certeza alguna sobre el futuro, sin embargo estoy dispuesto a correr el riesgo que implica volar. Si pudiera verla, acariciaría su mejilla, y mientras le paso el cabello detrás de la oreja le diría que me acompañe en un viaje, que no me tema, que tengo mil complejos y conflictos, que a veces exploto sin motivo, pero que al final del día siempre sabré ser su refugio, y que lo único que busco es la alegría extensa de su risa, la calma melódica de sus manos y el calor incandescente que sus ojos tibios pueden darme. Y nostálgico como soy, habitaría con ella el sueño nuestro de todos los días.


Si a la espalda me juzgan los demás
y se abraza una duda a mi verdad,
nadie es dueño de nadie, yo lo sé bien,
pero a veces me adueño de tu olor a mujer.

(Los versos pertenecen a la canción En Esta Inmensidad de Alejandro Filio)




3 comentarios:

Lilyth dijo...

Aun no encuentro la manera de detenerme en el pasado para encontrarte, aún se como atarte a mi presente.

Ante tanto problema sin solución... ¿nos sentiremos derrotados? De todas maneras, las habitantes del futuro son garrapatas burguesas (chiste local) jajajaajajajajaj
Ya te lo dije antes, es lo que tienen los viajes en el tiempo, son adictivos.
(Oye, sos tan sutil que me matas jajajajaja ahora tengo un par de preguntas-interrogatorio relacionadas a post anteriores jajajajaj)

DIEGO dijo...

Que historia mas surrealista y que mejor final que Filio para semejante relato.
Resulta tan gratificante poder sumergirse en mundos paralelos que entrecruzan realidades y ponen un toque de emocion y de vida a nuestros mas hermosos sueños.
Pocos se permiten vivir con semejante intensidad

Saludos

utópico dijo...

Lilyth, sutil, ¿yo? …¿en serio? Jajaja…
Terriblemente adictivos, de eso no hay duda alguna.
¿Derrotados? Creo que no existe esa palabra en el vocabulario de este cuento, quizás a veces uno desfallece, quizás existen tropiezos, pero derrotados, nunca! ¿Qué más queda? Pues yo creo que queda seguir recorriendo el camino, y persiguiendo todos los relojes, hasta encontrar alguno que nos transporte, se que no hay mapas, ni trazos, pero los bosquejos que uno tienen… sirven de inspiración y motivan valiosas trasnochadas. De eso no hay duda. Hay que emprender esos viajes en el tiempo, aunque aun no se conozcan los mecanismos, es importante sujetarse, dejarse caer, y creer en ese salto de fe que es la vida.
Besos!!


Diego, tocayo! Muy bienvenido!! Cruzar realidades es lo mejor que uno puede hacer para embriagarse de vida, más aun cuando las que habitan el futuro, inundan los días con lluvias de sonrisas.
Saludos!!