El otro día hablaba con un amigo chileno sobre la vida, y realmente hacía mucho tiempo que no me derramaba sobre tanta filosofía de dos pesos, la pasamos muy bien, y la botella de singani que conseguí, fue desde cualquier punto de vista, el manantial inacabable de ideas potenciales y viajes imaginarios. Hablamos también de los amores, las soledades, las corazonadas, el destino, y temas afines, que bien le caían a la noche de sábado por la noche. Jorge y yo, nos conocimos el 2001, en las clases de inglés que tomamos juntos en una universidad en Boston. Desde ese entonces nos hicimos muy amigos, y hemos compartido muchas experiencias. Él ha viajado por muchos países en diferentes continentes, y llego hace poco de Tailandia, que él me asegura es un lugar extremadamente fascinante y rico en tradiciones y cultura, lo mismo que tiene paisajes intrépidos y sobrecogedores. Según Jorge, las ruinas de Ayutthaya poseen una energía increíblemente poderosa que rodea a todos los que se hallan deambulando por esos lugares, el lugar fue lo que lo dejo totalmente impresionado, no sólo por lo que vio allí, sino por lo que encontró
Jorge es un muchacho de mi edad y viene de la Villa Alemana, una ciudad de la región de Valparaíso en Chile, en realidad el nació en Santiago, pero vivió tanto tiempo en la Villa Alemana que prácticamente la adopto como suya. Siempre que habla de su ciudad, se le entra una nostalgia muy grande, que uno puede observar muy claramente en sus ojos, habla de las montañas como si las mismas fuesen seres fantásticos, que lo ven todo y que son testigos de los siglos de vida que discurren a sus pies. Creo que el inicio de nuestra amistad nació un día en el que en clase hablábamos de nuestros lugares de origen, y ambos hablamos del poder de las montañas que son las que rayan el horizonte de nuestras ciudades. Siempre que viaja, Jorge busca una montaña que se parezca a las que rodean la Villa Alemana, y es que él dice conocer con exactitud todas las quebradas, y líneas que dibujan esos cerros infinitos que habitan su memoria, ese soplido del viento que le trae una serie de fotografías interminables, de días de sol y de lluvia, pero principalmente de lluvia, que es el olor de la tierra mojada, lo que el más extraña, y Jorge es pues uno de esos seres inundados de tanta nostalgia que a veces se ahoga en su propia memoria, y llorón como es, suelta sus mocos evocando esa canción tan linda de Los Jaivas.
Y es que lo que le sucedió a Jorge en Tailandia es realmente digno de este post, y su relato depositó en mí una serie de sensaciones que merecen ser puestas en papel, al menos en la medida en que soy capaz de plasmarlas, y tal vez si me esmero dibuje con letras lo que le sucedió a Jorge. Cuando él se hallaba en Bangkok, una ciudad tan distante de este continente, comía con frecuencia en algún bolichito del mercado Chatuchak, un lugar inmenso en el que se puede hallar cualquier producto, y en el que las comidas van, desde hamburguesas para los turistas hasta ranas y escorpiones, delicadezas del paladar tailandés. Ese día Jorge se disponía a viajar, para conocer las ruinas de Ayutthaya, cuando detrás suyo, escucho a alguien hablar en castellano. Él se emociono tanto que pronto se dio cuenta que no se le podía quitar de encima la sonrisita azul que le había despertado este pequeño encuentro con el destino, principalmente porque le acento era Chileno. Cuando se dio la vuelta, vio a una muchacha de 28 o 29 años hablando por el teléfono celular, ella ni se dio cuenta que Jorge la miraba. Al terminar la conversación, Jorge se acerco un poco y con una sonrisa inmensa y colorada, le dijo hola! Como estai! Y ella se puso verde de la sorpresa y le respondió de igual manera.
El resto de la historia es de antología. Alejandra también había nacido en Santiago, aunque había vivido toda su vida en Puerto Montt, y se identificaba más con esa ciudad que con Santiago. Por esas casualidades de la vida, ella había vivido en la Villa Alemana entre 1998 y el 2001, y vivía tan sólo a dos cuadras de la casa de Jorge, ella tomaba todos los días el mismo autobús que él, lo que ellos creían sonaba graciosísimo y les despertaba una increíble sensación de nubosidades en la memoria. Es que lo más fascinante de esto es que era tan posible que hayan cruzado caminos cuando vivían en Chile, o que se hayan sentado en el mismo asiento mientras viajaban en autobús, que les parecía completamente incongruente el encontrarse ahora en un lugar tan alejado de su país. Ambos se encontraban mochileando por el Sudeste Asiático, y realmente ninguno tenía plan alguno sobre el cual moverse, Jorge le comento que él iba para las ruinas, y que si ella se animaba, pues seguro que la pasarían bien. Alejandra respondió que sí, sin dudarlo, y para las seis de la tarde ambos se encontraban en camino a Ayutthaya, sentados uno al lado del otro, cómo probablemente se habían sentado algunos años atrás cuando la línea de autobuses U, los llevaba por las calles de la Villa Alemana.
Charlaron mucho en ese viaje sobre las jugadas del destino, y lo gracioso de este tipo de situaciones, y es que a mí también me sorprende de sobremanera que algo así pueda ocurrir, y es que a mí me cuesta tanto encontrarme una boliviana en medio de Boston, ¿Cuáles son las probabilidades de encontrarme una en Tailandia?. Decidieron internarse por unos días en el interior de Tailandia, y visitar algunos pueblos rurales y otras ruinas que quedaban algo alejados de Bangkok. Llegaron hasta Lampang, una ciudad que se encuentra muy al norte, cerca de Laos. No fueron pocas las cosas que pasaron juntos, y como ya se habrán dado cuenta, ambos solteros en una región tan alejada del mundo, aprovecharon el momento y se abalanzaron sobre un amor furtivo y aventurero que cultivaron sobre las cabañas baratas en las que se alojaron.
Los ríos de Tailandia son ahora testigos de las miradas que Jorge y Alejandra se disparaban, los bosques de ese país quedarán por siempre prendados del aroma del amor apasionado que se supieron dar. Cuando Jorge habla de ella, me conmociona por completo, no había visto a nadie hablar de su novia de esa manera. Que la admira muchísimo, y se nota que es una mujer muy inteligente. Sí es cierto que es tímida, me dice Jorge, se asusta con facilidad, y no le gusta entablar conversaciones con extraños, y cuando él le pregunto que porque entonces le había hablado, pues ella encogió los hombres y sonriendo le dijo que vio algo en sus ojos, y que además era chileno, y que bueno ella podrá vivir en Italia, porque resulta que también vive lejos de Chile, pero siempre lleva su patria en una maceta del corazón, y la plantita que lleva dentro se pone muy contenta cuando encuentra otra maceta chilena que anda desparramada por el mundo.
qué lindos tus ojos/
y más la mirada de tus ojos/
y más el aire de tus ojos cuando lejos miras/
en el aire estuve buscando:
la lámpara de tu sangre/
sangre de tu sombra/
tu sombra
sobre mi corazón/
(Juan Gelmán)
Alejandra es una mujer muy valiente, tienes que conocerla! Me decía Jorge a cada rato. Ella, anda viajando desde muy joven, es súper independiente! Además, Jorge asegura que se parece mucho a él, que pese a ser un tipo extrovertido, es muy pero muy cerrado, y nunca cuenta a nadie las cosas que le suceden, los pensamientos que viajan por su vida, y las preocupaciones que a veces lo abruman. Estoy realmente contento por Jorge, que desde que lo conozco ha sido un tipo muy solitario y es quizá la razón por la cual somos tan buenos amigos. Él me cuenta que cuando se encontraban juntos, como no había ocurrido en muchos años, él se sentía completo, claro que peleaban, y ella tenía un humor bastante sarcástico, pero a él le gustaba sentarse a con ella a ver pasar el tiempo, y que las imágenes de Tailandia se filtren por sus poros, y transmitan al mundo entero la dicha que sentían viajando por ese mundo.
El viaje se prolongo por un par de semanas, se nota que fueron las mejores semanas en la vida de Jorge, sus ojos lo dicen todo, el tipo anda sobre las nubes. Ella le conto que es aficionada a escribir, y le mostro algunos cuentos que había escrito, el me ha mostrado un par, y realmente son buenos. Uno que me pareció muy soso, pero el resto todos muy creativos y con una narrativa bastante peculiar, tres de los quince cuentos cortos que me mostro me transportaron a otros mundos, y escarbaron en mis sentimientos de soledad y nostalgia tan recurrentes en mi vida… Me gusta mucho como escribe Alejandra, y espero un día conocerla, parece que así será, ya veremos qué ocurre.
Desde que Jorge llego de Tailandia no se desprende del computador, y anda haciendo conferencias a Italia todos los fines de semana. El mundo y el tiempo no contribuyen en lo absoluto, pareciese que ella vive en el futuro, siempre son seis horas más tarde, y cuando él llega a su casa del trabajo, ella está a punto de dormir en Italia. La situación hace que Jorge la contemple como una diosa inalcanzable, a la que por más que persigue, parece que nunca alcanzará. Sigue Jorge apurando al tiempo, adelantando el reloj de su día, levantándose antes de lo habitual para salir más temprano de su trabajo y poder así hablar con Alejandra. Ella también hace lo suyo, se queda esperándolo hasta tarde y siempre lo inunda con sus ocurrencias e ideas. Según Jorge, Alejandra tiene la manía de desdeñar sus propias ideas y opiniones. Él en cambio, se envuelve en remolinos de intensa contemplación, y piensa con solemne criticismo acerca de las cosas que ella le dice. Para él, Alejandra es un universo de laberintos, de posibilidades infinitas, una persona compleja y muy explosiva, pero al mismo tiempo sensible y apasionada. Ella es sin duda alguna, una mujer llena de ventanas inaccesibles para las cuales es casi imposible encontrar las llaves. Él está seguro que en su próximo viaje a Chile descifrara muchas de estos acertijos, en especial si pasa unos días en Puerto Montt, ciudad que le armara con las mejores herramientas de cerrajería.
…estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra…
(Mario Benedetti)
Jorge me echo la visita el sábado porque últimamente anda muy nervioso… No sabe cuándo podrá volverla a ver, quien sabe todo queda en un lindo viaje a Tailandia. Cuando terminamos la botella de singani, yo brinde por el amor incondicional, y porque las cosas sucedan, y que Jorge no tenga que esperar quien sabe cuántas vidas para disfrutar de su otra mitad, y si al final de todo las cosas entre los dos no funcionan, pues que por lo menos él tenga la certeza de haberlo intentando, y que no se quede en la inmensa nostalgia y desespero que provocan la distancia y la desolada y tormentosa realidad. Son muchas coincidencias para que todo termine en un hasta luego. Algo me dice que en este mapa si hay un tesoro, ellos han encontrado moneditas de oro derramadas por la playa de su soledad compartida, ojala tengan la paciencia y perseverancia que se necesita para hallar el tesoro.
5 comentarios:
Increible y linda historia. Da como para una película.
Abrazos utópicos.
No sabía que había línea U en la Villa Alemana, que coincidencia jajajajaj
Wow increíble historia
Buen blog
=)
Una historia sobrecogedora, por las vueltas que dio y las que faltan por darse. Deseo de veras un final feliz, si existen, claro...
Abrazos y fruta fresca.
Vania, sin duda una historia muy peculiar. Da para una película o un cuento de hadas… versión moderna… abrazos utópicos!!
Lilyth, yo creo que hay una línea U en todos lados… o será que asumo muchas cosas… no lo sé. Pero yo creo que sí hay una línea U… que nos conecta a todos… jajaja… es una letra bien romántica… me imagino a uno en una punta, y a otro en la otra… y resbalando se encuentran al centro…
Besotes!! Y que vivan las coincidencias!!
La ada, Gracias por la visita!!! Y sí es una historia re-interesante… ojala termine bien. Saludos!!
Morenada nada, me encanta ese nick, realmente me gusta mucho, yo también espero y le auguro un buen final a todo este asunto… ojala las cosas se den, y todo les salga bien.
Gracias por la visita, eres siempre bienvenida!!
Saludos!!
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