21.4.08

James Petras: del Neoliberalismo al Neo-Mercantilismo

Es interesante mirar atrás y reflexionar. Hace unos años el tema del ALCA estaba muy de moda, y bueno… unos se oponían y otros estaban a favor. James Petras, se opuso al mismo. Presento aquí este fragmento de un articulo suyo escrito el 2001. Ya son varios años del artículo, pero creo que sigue tan vigente como entonces. Aunque ahora los Estados Unidos se hallan sumidos en una crisis económica resultado de las políticas neoliberales de los últimos 20 años. Latinoamérica está muy cerca de la crisis, particularmente los países que firmaron tratados de libre comercio con Estados Unidos, especialmente los de Centroamérica y México, la razón es simple, mientras más atados al imperialismo están, más dependientes son del mismo. Afortunadamente, la mayoría de los países Sudamericanos se opuso al ALCA y decidieron más bien moverse en otras direcciones, y en vez de optar por un solo mercado de las Americas empezaron a diversificarse, el mejor ejemplo de ello es Brasil. Chile si firmo un Tratado de Libre Comercio, pero Chile esta muy diversificado, y su economía es muy desarrollada si la comparamos con Bolivia, o países de Centroamérica.. De haberse realizado el ALCA puedo asegurar que todos los países de América Latina se encontrarían en una profunda crisis… producto de un efecto domino de la Economía norteamericana.

Recomiendo el articulo, que nos muestra claramente los diseños de la política de ‘libres mercados’ y lo que realmente pretenden estos en la dizque aldea global.




El nuevo imperialismo: del neoliberalismo al neo-mercantilismo
El libre mercado o el imperialismo neoliberal siempre fueron un mito: los estados imperiales nunca han abierto completamente sus mercados, eliminado todos los subsidios o dejado de intervenir para apuntalar o proteger a sus sectores económicos estratégicos, sea por razones políticas o sociales. El imperialismo neoliberal siempre ha significado la apertura selectiva a países seleccionados, durante períodos de tiempo especificados, para áreas de productos seleccionados. Los mercados fueron abiertos por el gobierno de EE.UU. a productos producidos por subsidiarias de EE.UU. en países extranjeros. El "libre comercio" en el país imperial no estaba basado en criterios económicos, sino políticos. Por otro lado, los encargados de la política euro-estadounidense y sus empleados en el FMI y el Banco Mundial predicaban "fundamentalismo de mercado" al Tercer Mundo, la eliminación de todas las barreras al comercio, de los subsidios y de las regulaciones para todos los productos y los servicios en todos los sectores. Las prácticas selectivas de libre mercado de los estados imperiales permitieron a sus multinacionales capitalizarse sobre las oportunidades de mercado en los países-objetivo, practicando el fundamentalismo de mercado, mientras protegían sus sectores económicos interiores que incluían electorados políticamente importantes. Un conflicto mayor estalló cuando los dos rivales imperiales, EE.UU. y Europa (ambos libre-mercaderes fundamentalistas) intentaron abrir los mercados del otro, protegiendo al mismo tiempo importantes electorados políticos.

Con la llegada de las crisis triples de recesión, colapso especulativo y competencia intensificada, los países imperiales han recurrido a una mayor intervención estatal en una cantidad de sectores: mayores subsidios estatales, agrícolas y otros –30 mil millones de dólares en EE.UU. en 2001; recurso intensificado a la interferencia en el comercio para imponer "cuotas" a las importaciones (el compromiso de Bush con la industria del acero de EE.UU.) y la explotación intensificada de las regiones del Tercer Mundo para aumentar el flujo de beneficios, intereses y ventajas comerciales (la proposición de EE.UU. para el "Libre Comercio de las Américas".)

El comercio dirigido por el estado, combinando la protección de los mercados internos y la intervención agresiva para asegurarse ventajas monopolistas en el mercado externo y beneficios para las inversiones, define el contenido del imperialismo neo-mercantilista. El imperialismo neoliberal con su retórica de libre mercado y la apertura selectiva de mercados, está siendo reemplazado por un neo-mercantilismo que busca la mayor monopolización de zonas de comercio regional, más decisiones políticas unilaterales para maximizar las ventajas comerciales, la protección de productores internos, y la mayor dependencia de estrategias militares para profundizar el control sobre economías neoliberales en crisis, dirigidas por lacayos desacreditados.

Durante la era de Clinton, EE.UU. "compartió" la toma de los mercados y de las empresas latinoamericanas con los europeos. Por ejemplo, los bancos y las compañías energéticas y de telecomunicaciones de EE.UU., compitieron con las multinacionales españolas en la adquisición de empresas públicas y bancos nacionales. Sin embargo, el régimen de Clinton, trató de debilitar a la competencia europea y japonesa firmando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte [NAFTA/ALENA] que dio privilegios a las empresas de EE.UU. en México. El éxito de EE.UU. en la monopolización del mercado mexicano, estuvo en contraste con la relativa disminución de su participación en las empresas y mercados nuevamente privatizados en América Latina.

La proposición de Clinton de extender el control monopolista a través del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) recibió mayor ímpetu con la administración Bush –particularmente en la cumbre de las Américas de Québec en abril de 2001. El propósito del ALCA es dar privilegios a las compañías y exportadores de EE.UU. que operan en América Latina, mientras se restringe el acceso latinoamericano a los mercados estadounidenses. Aunque el ALCA es presentado como una doctrina comercial recíproca, la administración Bush se negó a hacer cualquier concesión respecto a las llamadas regulaciones anti-dumping que son habitualmente evocadas para limitar la entrada de productos latinoamericanos competitivos, que pudieran obtener parte del mercado de las compañías de EE.UU. Además, la "reciprocidad" es un concepto sin sentido cuando las dos regiones que comercian tienen desigualdades tan inmensas en la capacidad productiva y en el tamaño de muchos sectores económicos, y cuando industrias nacientes tienen que competir con grandes empresas establecidas. En esas circunstancias, la "reciprocidad" se convierte en una fórmula para las adquisiciones estadounidenses y la bancarrota de las empresas latinoamericanas. Como hemos visto, las empresas de EE.UU. en los sectores bancarios, energéticos, de las telecomunicaciones, de la minería y en el transporte, tienen inmensas ventajas que han utilizado para desplazar a la competencia latinoamericana. El ALCA destruirá decisivamente lo que queda de las economías nacionales latinoamericanas e impondrá una estructura de toma de decisiones económicas que estará concentrada en las oficinas centrales de los bancos y las corporaciones multinacionales de EE.UU.

Lo que es de igual importancia, es que EE.UU., como estado, dictará las reglas y regulaciones que regirán el comercio, las inversiones y las leyes de propiedad intelectual que reinarán en las Américas. Esto pondrá al gobierno de EE.UU. en la posición de combinar el proteccionismo en el interior, la exclusión de los europeos, y tener mercados libres en América Latina.

Un ejemplo evidente de los elementos proteccionistas del imperio neo-mercantilista son las promesas de la Casa Blanca de proteger las plantas siderúrgicas estadounidenses contra la competencia extranjera –incluyendo a Brasil. En la primera semana de junio de 2001, la administración lanzó una acción (una investigación bajo la Sección 201 de las "prácticas comerciales injustas") para proteger a los productores de acero de EE.UU. contra la competencia extranjera. Tanto Donald Evans, el Secretario de Comercio de EE.UU., como Robert Zoellick, el Representante de Comercio de EE.UU., defendieron públicamente la intervención estatal para proteger a los productores no-competitivos de acero de EE.UU. contra el "comercio injusto". La verdadera razón para la pérdida de competitividad de la producción estadounidense, es la fortaleza del dólar y los mayores costos operacionales en EE.UU. Como indicara la Asociación Nacional de Fabricantes de EE.UU. en una carta al Secretario del Tesoro de EE.UU. [los actuales niveles de cambio del dólar estaban] "teniendo un fuerte impacto negativo sobre las exportaciones industriales, la producción y el empleo." La carta señalaba que el dólar estadounidense había subido un 27% desde principios de 1997, con el resultado de que "puso los precios de los productos fuera de competencia en el mercado tanto en el interior como en el extranjero."

El fuerte dólar, sin embargo, es una estrategia preferida del poderoso sector financiero de EE.UU. y es vital para mantener el vasto flujo de capitales extranjeros a EE.UU., para financiar el creciente déficit comercial.

El lavado de fondos ilícitos por los principales bancos estadounidenses es una fuente importante de flujos externos hacia EE.UU. Cálculos de un subcomité del Senado de EE.UU. van de 250 a 500 mil millones de dólares por año. Como el antiguo imperio mercantilista dependía en parte de compartir el botín de sus piratas depredadores, a la economía neo-mercantilista le sientan de maravilla los gobernantes corruptos que saquean economías y transfieren sus fondos ilícitos a los imperios de Europa y EE.UU. El fuerte dólar es uno de los atractivos para los depredadores y los gobernantes corruptos. No es sorprendente que la administración Bush haya debilitado significativamente su apoyo para una iniciativa internacional que refuerce la regulación financiera para combatir el lavado de dinero.

El imperialismo mercantilista en el que el estado imperial combina el proteccionismo en casa, los monopolios afuera, y el libre comercio dentro del imperio, es por lo tanto, la estrategia escogida para mantener el imperio y desarrollar el apoyo político interno, a un costo terrible para América Latina y produciendo la consternación de sus competidores europeos. En su lucha por el imperio neo-mercantilista, Washington debe basarse crecientemente en decisiones y políticas unilaterales. Por su naturaleza monopolista, el neo-mercantilismo depende de la exclusión de aliados competidores y de maximizar las ventajas comerciales, mediante decisiones estatales unilaterales.

El rechazo unilateral de la administración Bush del acuerdo de Kioto, su decisión unilateral de proceder con el nuevo programa de misiles, en violación de acuerdos existentes, sus crecientes subsidios a la agricultura de EE.UU., su intento de acelerar el ALCA, son ejemplos de unilateralismo al servicio de la construcción del imperio neo-mercantilista.
El mercantilismo, con su considerable énfasis en los beneficios de los monopolios, la acción unilateral y particularmente la intervención estatal para favorecer los intereses empresariales contra los rivales exteriores y una vasta colección de choques internos en América Latina, han sido acompañados históricamente por conflictos armados y grandes gastos militares. El neo-mercantilismo contemporáneo no constituye una excepción. Acompañando al ALCA, hay un aumento importante de los gastos militares de EE.UU. en América Latina, nuevas bases militares, la colonización del espacio aéreo, de las costas, los ríos y los estuarios. El Plan Colombia, la Iniciativa Andina y los gastos militares relacionados con la militarización de las fronteras de Ecuador con Colombia y de Panamá con Colombia, implican más de 1500 millones de dólares y cientos de agentes militares de EE.UU. La subcontratación de militares latinoamericanos, fuerzas paramilitares y mercenarios estadounidenses, es una parte integral de la protección y expansión de la construcción del imperio neo-mercantilista. En todo el mundo, la política de EE.UU. de provocar a China con ostentosos planes de vuelos espías a lo largo de sus aguas costeras, y la escalada de la carrera armamentista con Rusia, forman parte de la política de proteger el poder militar unilateral.

1 comentario:

Lilyth dijo...

Posiblemente me iré por la tangente… pero Estados Unidos me genera desconfianza cuando se trata de negocios, me hago ciertas preguntas a partir de un post pasado donde comentaste sobre las subprimes, aún me quedan dudas de cómo empresas tan importantes tiran su nombre por el caño con un error así de terrible, como te decía, me pongo a pensar, que sucede si todo esto es un complot del gobierno jajajaja me suena como Mulder en los expedientes secretos, pero que pasa si ahora EEUU está en la fase pública de “pobre de nosotros que perdemos nuestras casas” mientras el gobierno -que finalmente no esta en la labor- devalúa la moneda para incrementar sus exportaciones, al tiempo que genera una mala prensa contra China con el asunto del Tibet (como siempre la gente no es mas que una herramienta en manos del poder). Porque no es necesario tener ser físico cuántico para darte cuenta de quien ganaría si compiten EEUU contra China en un mercado libre. En estos tiempos en que el consumidor puede generar grandes complots contra productos y zonas determinadas, como no comprar Nike por el chisme de los niños que trabajan en sus fábricas (es un ejemplo, no he buscado la realidad del mismo) para preparar un terreno en el que se justifique cualquier medida tomada contra la china, como pasa con los terroristas como pasa con cualquiera que se ponga en su camino, porque los gringos no producen pero hay que ver como venden!!

Ideas desordenadas, a ver si juntos podemos darles un poco mas de forma económica que paranoias personales (sabes que ayer fue un mal día) jajajaj

Besos!!

Sobre el ALCA, terrible es pensar en la nueva estrategia de TLC pues los países más pequeños no tenemos ni la opción a la defensa y si nos llaman a negociar no tendremos más que bajarnos los pantalones y relajarnos para que... por lo menos, el enemigo no lo disfrute.