17.6.08

Algo sobre el consumismo

La economía anda muy, pero muy mal. El gobierno de los Estados Unidos se rehúsa a llamar a la crisis como tal, y es que hacerlo implicaría tener que dar algunas explicaciones, y buscar soluciones de fondo, además que empujaría al partido republicano a la debacle total, y eso no es de ningún modo aconsejable en un año de elecciones presidenciales. Estas son algunas de las preguntas que me vienen a la cabeza ¿cómo llegamos aquí? ¿Qué debemos hacer para salir de este embrollo? ¿qué debemos hacer para que esto no vuelva a ocurrir? Y es que estas preguntas son relevantes no sólo para los Estados Unidos, por que la crisis es mundial, y los efectos devastadores de la misma invaden todos los rincones del globo. Sin embargo, es prudente reconocer, que los países en desarrollo no se han precipitado en abismales colapsos económicos, algo que antes ocurría con frecuencia, incluso solía decirse que cuando la economía norteamericana estornudaba el resto del mundo cogía un resfrió. Hoy se puede decir que las economías desarrolladas andan resfriadísimas y las que están en desarrollo andan estornudando, pero aún no se han resfriado.


El artículo que cuelgo más abajo (pueden ver el original aquí), muestra claramente que la economía norteamericana se ha enfrascado en un sistema poco eficiente de supervivencia. El del consumo. Y es que las sociedades desarrolladas han abandonado sus pasados industriales y se han acogido a un nuevo régimen de vida, consumir y consumir. El presente nos dice que las economías de consumo, no sirven en el largo plazo. Por más de una década, los norteamericanos y los habitantes de otros países desarrollados, se han enfrascado en el consumismo acelerado e ilimitado. Los próximos dos años probaran si este tipo de economías son realmente el futuro, o si es más bien un giro no recomendado, que termina en el barranco de la crisis global. O si son las economías industriales las que realmente tienen solvencia y se paran por sí mismas. Mi opinión por otro lado está algo alejada de estas realidades. La economía industrial le hace mucho daño al planeta porque destruye rápidamente todos los ecosistemas. Y la economía de consumo es simplemente insostenible en el largo plazo, porque promueve la irresponsabilidad financiera.


Me parece interesante lo que nos dice Antonio Navalón. Me recuerda mucho a un artículo que leí hace poco de Joseph Stiglitz, sobre el stagflation que se está viviendo en USA. Y es que lo que sucede es una mezcla de cosas, y los más afectados son los de siempre. Hay que ver el contraste de las noticias de hoy, los CEO's de muchas empresas dentro del S&P 500 ganan millones de dólares, mientras que miles de otros están siendo despedidos. El desempleo y la inflación están tan altos que pareciese compiten por la medalla de oro. La mora se ha incrementado, a tal punto que alguna gente opta por hacer sus maletas e irse, y que el banco se arregle con la casa, que al final estas son impagables. Y sin embargo el gobierno no hace nada por ayudar a la gente de ingresos medios y bajos. El estado debería destinar una pesada suma de dinero para amortiguar las deudas de los ciudadanos, para que sea posible bajar las tasas de interés, y que de ese modo sea posible convertirlas en tasas fijas. Pero este opta por salvar a los bancos sin forzar a los mismos a que ofrezcan soluciones a la crisis económica en la que muchos están sumidos.


Y bueno, quien sabe y tenemos que esperar a que Obama realice los cambios necesarios (si puede).


Cuelgo también este pequeño documental sobre el consumismo, me parece bastante informativo.



Crimen sin Castigo
(Antonio Navalón)


Ser empleado bancario es uno de los trabajos más complicados hoy en Estados Unidos. Los empleados de la sucursal de JP Morgan Chase ubicada en la calle 63 y Broadway, en Nueva York, tienen que enfrentar cada día la misma pregunta: ¿cuánto tiempo va a durar la crisis? Este es un signo de la economía moderna: las crisis primero son psicológicas y luego económicas.


Hoy Estados Unidos enfrenta la peor pesadilla, y sus signos se multiplican en pequeños detalles. La gente luce preocupada y las macrotiendas, casi vacías; los diarios tienen poca publicidad; la economía es un miedo que se percibe y se respira…


…En este contexto, el estadounidense promedio se ve obligado a enfrentar la peor de sus pesadillas: la convulsión de su moneda.


La traición a los valores de los Padres Fundadores –pelear guerras sin razón o ser considerados como el enemigo por el resto del mundo– no tiene importancia hasta que se presenta el verdadero castigo de la crisis económica.


Cuando John Steinbeck, uno de los grandes narradores americanos, describió en Las uvas de la ira la historia de una familia del Middle West que huía de la miseria, trazó a la América profunda arruinada en la década de 1930 por la tromba financiera que había hecho impagables las hipotecas.


Hoy, la historia se repite. En cincuenta años, ésta es la primera vez en que la clase media siente que no progresa. Según un reciente estudio realizado por el Pew Research Center y Gallup, veinticinco por ciento de los estadounidenses considera que en los últimos cinco años no ha mejorado su calidad de vida, mientras 31 por ciento cree que ha retrocedido.


El 16 de marzo de 2008, cuando Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, autorizó que el sistema central bancario suministrara treinta mil millones de dólares a JP Morgan Chase & Co. para comprar el banco Bear Stearns, nuevamente surgió una de las transformaciones más apasionantes de la historia moderna de Estados Unidos.


En 1929, el sistema dejó que los bancos se hundieran; ahora el banco central no les permitirá quebrar, por lo cual se han tomado una serie de medidas para impedir una posible recesión.


Las medidas instrumentadas por el gobierno de George W. Bush no sólo buscan atajar una crisis financiera, sino resolver un problema coyuntural: Bernanke –como un nuevo Moisés– abrió las aguas de la crisis para que las tribus del pueblo elegido pudieran seguir comprando.



El mal ejemplo


En 2008, ¿quién es el culpable de la crisis?


Desde 1950 no ocurría que el bien esencial de un estadounidense de clase media, su casa, perdiera valor. La causa es, en el fondo, muy simple: enfrentamos un proceso de transformación de sociedades industriales a sociedades consumistas, y en el consumo hemos fijado la esperanza para sobrevivir.


Tras la invasión de Iraq, en 2003, un grupo de periodistas preguntó a George W. Bush qué podía hacer el honrado John –la clase media– para apoyar el esfuerzo bélico y estar en consonancia con su gobierno; sin titubear respondió: "go shopping" (vayan de compras). Esta petición podría parecer una simplificación del conocimiento humano, habitual en el ex gobernador de Texas, pero es todo lo contrario: la evidencia del cambio que vivimos y la razón por la que Bernanke está dispuesto a emplear millones de dólares para financiar el consumo, contrario a la práctica que durante años fue parte fundamental de la estructura económica norteamericana: el ahorro como medida preventiva.


Estados Unidos ha basado su crecimiento económico en dos factores fundamentales. El primero: la práctica de vivir el día a día por encima de las posibilidades reales de cada individuo, hipotecando –si es preciso– varias veces su patrimonio. El segundo: la supremacía de la sociedad de consumo, que ha hecho que el bien a proteger sea el consumo y no la producción.


Para mantener el sueño americano, el sistema financiero ha tenido que padecer cismas en muchas ocasiones. Este fue el caso de Enron, una de las diez empresas más importantes en ese país, que demostró que las normas contables tenían una serie de defectos que permitían la sobreexplotación del consumo. Una de las consecuencias de la política económica nacida en 1944 fue el cumplimiento de las normas comúnmente aceptadas como salvoconducto en el sistema económico mundial. Enron acabó de un plumazo con esta situación.


En sólo un año, 2001, el gigante de la energía reportó ganancias por más de mil millones de dólares; en diciembre, sin embargo, se había declarado en quiebra argumentando deudas por más de treinta mil millones. Este escándalo, que llegó hasta los tribunales, afectó gravemente a Arthur Andersen, una de las firmas de auditoría contable que durante años rigió la economía mundial.


Sin embargo, y pese a las enormes pérdidas generadas, la crisis fue controlada; el sistema se depuró a fuerza de producir leyes como la Sarbanes-Oxley, que busca evitar que las empresas eludan la responsabilidad de sus actos gerenciales basándose en el desconocimiento y la falta de control sobre la información financiera reportada a los mercados.


En la crisis de Enron hubo crimen y castigo. La gente pudo respirar sabiendo que algo no había funcionado bien pero que los errores se habían rectificado, consolidándose así la economía fuerte y liberal de Estados Unidos: cualquier verdad, por cara y vergonzosa que sea, es más barata que una mentira colocada en el sistema.


Ahora hay un nuevo crimen y, sin embargo, el sistema, encabezado por la Reserva Federal, y con la plena complicidad del mandatario estadounidense, e incluso de los candidatos a la presidencia, es incapaz de reconocer que si hubiera que castigar a alguien sería al sistema en su conjunto.


Una regla de oro de la economía mundial dice que nunca hay que poner dinero bueno sobre dinero malo. Esta es la característica más grave de la crisis actual: no se debe a ciertos excesos amparados por otros sino a un conjunto de acciones que, al grito de "¡consumo!", ha terminado por destruir la estructura ortodoxa del sistema económico.


La conversión de sociedades de producción en sociedades de consumo es un caballo que cabalga desbocado por una senda que, lejos de frenarlo, le incita a ganar una competencia que no tiene meta.


El 20 de enero de 2009, cuando el próximo presidente de Estados Unidos –sea un afroamericano, o un héroe de guerra– jure en la explanada del mall en que se ha convertido el Capitolio, más allá de presentar las pautas que marcarán su gobierno, deberá decidir si quiere gobernar un país y un mundo caracterizados por el consumo o si prefiere decir a los que gastan sin límite que la fiesta se acabó.


7 comentarios:

Andrés Pucci dijo...

creo que al final todo se resume a la especulacion.

Tenemos empresas que tienen 100 $us en maquinas, 50 $us en terrenos y edificios y 100 en capital de trabajo; pero en vez de valer 250 valen 10 veces mas, por su "mercado", por cosas que no son palpables; todo el mundo especula para no tener que fabricar/elaborar/trabajar, los bancos te prestaban el dinero a pesar de que sabian que no podias pagar con el fin de tener mayor cantidad de "cuentas por cobrar" (activos) y eso genera la crisis de ahora. Obviamente, muchos bancos grandes (europeos) compraron hipotecas y estan jodidos ahora.

En latino america los sectores afectados son los Fabricantes (alguien teien quue hacer lo que los gringos compran) madereros y textileros.

Carmen dijo...

Exactamente y luego entramos en un circulo vicioso la moda ahora es GO for Local para reactivar la industria en USA y mientras reactivamos la industria en gringolandia los paises que viven y sobreviven de los productos que producen pa los gringos se cagan... JODER!!!!! que hacer entonces?????
Hablamos economia o hablamos medio ambiente, sera que los dos llegan a un punto medio en este tire y afloje del siglo 21????

La Vero Vero dijo...

¡Qué buen artículo! Gracias por compartirlo. Me gustó mucho el final: señores, la fiesta se terminó ¿tan difícil es dejar de consumir? Tenemos que empezar por nosotros y eso si es bien fácil es cuestión de aprenderlo, nada del otro mundo. La sociedad del ahorro no tiene nada que ver con pobreza –como algunos sentencian—nada que ver, tiene que ver, más bien, con la racionalidad. El ser consumista es un ser irracional y esa es nuestra batalla diaria: pretender devolvernos a la racionalidad que nos ha hecho creer que somos dueños de la naturaleza y de todo lo que podamos pagar.

Bien elocuente el dato de la Enron, cabe aclarar –como dijo Vacaflor en alguna de sus columnas—que más allá de que el proceso de nacionalización se está haciendo mal (por que se lo está administrando mal) el haber “nacionalizado” (en realidad transferido) la mayoría de las acciones de Transredes tiene que ver con una lucha mundial contra la Enron, que tanta riqueza ha sacado del país y de otros países. Ojalá lo recuperado pueda ser producido y distribuido, racional y solidariamente. Oye y tú que opción crees que nos queda a las sociedades que no somos, primariamente, ni de producción ni de consumo?

Dígame licenciado….jé! No dejes de compartir estos artículos, che.

Umami dijo...

muy buen post!
Lo que hay que consumir es:amor,pasion,paz,eso es lo que debemos de consumir.

utópico dijo...

Andrés,
Pues en este asunto parece que estamos muy de acuerdo. Así nomás es… una economía de mercado, al transar en mercados de valores, sólo puede sobrevivir con especulación, pero la especulación crea falsas sensaciones de estabilidad… en otras palabras, construimos un castillo de naipes, y esperamos que nos sostenga por siempre…
Un gusto verte.
Saludos!!

Carmen,
Yo voy por el Go Local!, pero siempre y cuando se promueva lo mismo en los países en desarrollo, el sistema sin embargo pretende imponerle a los países en desarrollo, que sólo produzcan para mercados internacionales, es decir Go Global… como siempre una hipocresía infinita. Y lo otro… pues que los países desarrollados, se han dado cuenta que los países en desarrollo, pueden ser mucho más efectivos en una economía de mercados… y ven que ahora sus sistemas están colapsando, creando más desigualdad y aberraciones sociales de la misma calaña (que son naturales dentro del capitalismo, pero que estaban camufladas mientras se podía explotar de lleno a los países en desarrollo). En fin… yo creo que las cosas irán cambiando… en especial con el asunto del cambio climático…
Saludos!!

Vero, soluciones… wow… pues no creo ni en sociedades de consumo, o de producción… porque todas apuntan a la dependencia y el colapso. El primer paso sería empezar a construir sistemas mixtos, con propiedad privada y cooperativa, y que los estados den incentivos al cooperativismo, del mismo modo que se regule y limite la expansión de las empresas… que produzcan algo para la sociedad, y no sólo para sus bolsillos. Nada de esto implica que los gobiernos tengan completo control sobre la economía, porque han probado muchas veces que lo hacen de forma ineficiente y con altos niveles de corrupción. Sin embargo se pueden crear economías mixtas, y sí, los gobiernos deben promover políticas de incentivo… no de control. En sí… ni de consumo, ni de producción. Economías sociales y eco-sostenibles, eso es lo que necesitas.
Saludos!!

Umami,
Eso mero!! Eso es lo único que necesitamos consumir. Besos!

Anónimo dijo...

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